Las personas mayores, los pacientes con enfermedades neurodegenerativas o ictus, y los pacientes oncológicos son los principales grupos de población con disfagia en Euskadi, tal y como advierte el Colegio de Logopedas del País Vasco, desde donde se aboga por el «registro sistemático» de las personas afectadas por disfagia orofaríngea «tanto en hospitales, como en atención primaria, centros de rehabilitación, y residencias y centros de día de personas mayores».
El Colegio de Logopedas del País Vasco también señala la necesidad de que la disfagia, como problema sanitario y sociosanitario, «se aborde de una manera protocolizada» en los casos que así lo precisen». Asimismo, indica que los logopedas, por su formación universitaria y competencias legales son profesionales «perfectamente preparados y habilitados para prevenir la aparición de la disfagia, y además, diagnosticarla, determinar su tratamiento, aplicarlo y efectuar el seguimiento».
La disfagia, que se puede dividir en disfagia orofaríngea (alta) o esofágica (baja), se define como la imposibilidad para tragar o deglutir los alimentos líquidos o sólidos, incluso la propia saliva, que se produce por una afectación estructural o funcional de una o más fases de la deglución.
Las consecuencias de la disfagia pueden ser fatales, debido a infecciones por neumonía aspirativa (con una tasa de mortalidad que ronda el 50%) o a atragantamientos que provocan asfixia. Y, como mínimo, provoca desnutrición y deshidratación en la persona que la sufre, advierten desde el Colegio de Logopedas del País Vasco.
El 40% de las personas mayores que viven en residencias sufren disfagia
Aunque los estudios son escasos y no se dispone de una información amplia y detallada, se estima que la disfagia afecta, al menos, al 40% de las personas mayores que viven en residencias. Así, se estimada que más de 7.500 personas mayores viven en Euskadi con este problema. El porcentaje de prevalencia de la disfagia en personas mayores sube hasta el 75% en los casos de pacientes hospitalizados con neumonía.
En cuanto a la ciudadanía de Euskadi con daño cerebral adquirido, bien sea éste producido por un ictus o por traumatismo craneoencefálico, la disfagia afecta a más del 50% de los casos. Así, desde el Colegio de Logopedas del País Vasco se estima una incidencia de más de 1.500 casos nuevos de disfagia cada año por afectación cerebral en la Comunidad Autónoma.
En este punto, desde el Colegio se pone de manifiesto que las personas afectadas por un ictus pueden solicitar a su médico especialista, en caso necesario, rehabilitación con un logopeda. Sin embargo, «la alarmante escasez de logopedas en el sistema sanitario, público y privado, y sociosanitario», junto con la falta de información generalizada sobre la posibilidad de rehabilitación logopédica cuando esta es necesaria, hacen que muchas personas que han sufrido un ictus vean mermadas sus posibilidades de recuperación, su calidad de vida y su salud.
La disfagia aqueja también de manera relevante a las personas con enfermedades neurodegenerativas. Así, se estima que la disfagia afecta hasta ocho de cada diez pacientes con enfermedad de Parkinson o enfermedad de Alzheimer en fases avanzadas. El porcentaje de prevalencia de la disfagia en estados avanzados de demencia oscila entre el 60 y el 80% de los casos. La disfagia es también una comorbilidad significativa en pacientes con esclerosis múltiple y esclerosis lateral amiotrófica. Por último, la disfagia orofaríngea afecta a entre el 40 y el 50% de los pacientes con cáncer de cabeza o cáncer de cuello.
Desde el Colegio de Logopedas del País Vasco señalan que, además del trabajo con los pacientes, el logopeda desempeña un papel protagonista en la formación de los familiares y cuidadores de personas con disfagia o riesgo de presentarla, así como en el trabajo de concienciación social y profesional sobre esta enfermedad.
Entre las señales que pueden indicar la presencia de disfagia en una persona, se pueden señalar: la desnutrición; la deshidratación; la presencia de residuos en la orofaringe; comer con lentitud; dificultad para masticar, problemas para pasar el bolo alimenticio, dolor al intentar tragar, tos al comer o beber, atragantamientos, rechazo de determinados alimentos, etc.