Un artículo de HelpAge International España
Comprender el edadismo es crucial para reflexionar, analizar y comprender la discriminación por razón de edad hacia las personas mayores. Puede manifestarse dentro de la sociedad, en las instituciones, la legislación y en las interacciones diarias con las personas mayores, teniendo consecuencias significativas para la salud mental como depresión, ansiedad y más. Esto ha sido respaldado por estudios que demuestran que la discriminación contribuye al aumento de problemas de salud mental.
Según el informe de la Organización Mundial de la Salud sobre edadismo, el 96% de los estudios relacionados con edadismo y salud mental proporcionan evidencia de que este fenómeno incide en problemas psiquiátricos, como la depresión, además, el informe destaca que el edadismo acelera el deterioro cognitivo.
Un estudio sobre trastornos de salud mental en personas mayores (Linares y otros, 2008) revela que el 11% de las personas mayores con trastornos mentales utiliza servicios de salud por problemas mentales, sugiriendo que las cifras reales podrían ser mucho mayores, por lo que subraya la existencia de una proporción significativa de personas mayores con problemas emocionales no diagnosticados ni atendidos.
Además, el contexto es relevante ya que las personas mayores que viven en residencias presentan tasas más elevadas de trastornos mentales, representando un 45.8% de la salud mental. En relación con demencias y trastornos neurodegenerativos, entre el 50% y el 90% de los casos de demencia podrían no estar diagnosticados (Nakamura, Opaleye, Tani y Ferri, 2015) .
Otra realidad del envejecimiento es la falta de instrumentos y diagnósticos adaptados para la salud mental, lo cual se complica en la vejez debido a la infraestimación de sus problemas. La falta de participantes mayores en estudios de salud mental también es preocupante, ya que, a falta de métricas limita las oportunidades para recibir un tratamiento adecuado y mejorar la calidad de vida. Además, los estereotipos contribuyen a afectar la salud mental, normalizando problemas como la depresión y la soledad en la vejez, lo que puede llevar a la internalización de estereotipos edadistas en el ámbito sanitario.
Dentro del sistema sanitario, es importante señalar la falta de formación en el tratamiento de la salud mental en la vejez. El informe mundial de la OMS sobre edadismo en 2021 cita un estudio de Bodner, Palgi y Wyman (2018) que destaca que los profesionales de la salud mental carecen de la formación adecuada para trabajar con pacientes mayores, presentan actitudes negativas hacia este grupo poblacional y están menos dispuestos a tratarlos.
El uso de sujeciones es otra problemática que tiene consecuencias físicas y patológicas. Aunque se utilizan para reducir caídas, la pérdida de fuerza muscular y equilibrio debido a la inmovilización puede provocar recurrencias. La sujeción farmacológica o física es delicada y se debería ofrecer una opción no farmacológica.
España es uno de los países con mayor prevalencia de uso de sujeciones en el mundo. Un 25% de las personas en residencias tienen pautado algún tipo de contención mecánica, afectando al 60% de las personas con deterioro cognitivo diagnosticado en residencias. La incidencia varía entre centros, desde un 0% (centros libres de sujeciones) hasta un 90%.
El hecho de padecer demencia incrementa hasta el 60% la proporción de personas con limitación de movimiento. Además, el 85% de las personas mayores están polimedicadas, tomando un mínimo de 5 fármacos diarios, con efectos evidentes.
En resumen, resulta claro que múltiples variables inciden en la salud mental de las personas mayores, siendo el edadismo el punto de partida y generador de consecuencias en aspectos como la atención, la experiencia médica gerontológica, el funcionamiento de residencias, así como en el uso de sujeciones y polifármacos y la investigación enfocada en este grupo demográfico.
Es imperativo abordar de manera minuciosa los problemas derivados de este fenómeno que siguen impactando a las personas mayores, por ejemplo, invertir en la formación de profesionales en centros residenciales, personal de atención domiciliaria y personal sanitario, proporcionándoles los recursos necesarios para desempeñar eficazmente sus labores. Este enfoque integral contribuirá a mejorar la calidad de vida de las personas mayores y a crear un entorno más saludable y respetuoso para este segmento de la población.
Este artículo proviene de un extracto del informe «La discriminación de las personas mayores en el ámbito de la salud», de HelpAge International España. Las personas interesadas pueden consúltalo en este enlace.