Menos de la mitad de los pacientes con gota grave reciben tratamiento y la mitad de los tratados reciben dosis bajas de medicamentos, insuficientes para controlar la enfermedad. Esto revela que se trata de una patología claramente infratratada, a pesar de existir tratamientos que pueden controlarla e, incluso, curarla.
Esta es una de las principales conclusiones de los expertos que se dieron cita en el VII Encuentro del Grupo de Estudio de Artropatías Cristalinas de la Sociedad Española de Reumatología (GEACSER), celebrado en Madrid.
En España se estima que el 2,4% de la población sufre gota, lo que supone cerca de 880.000 afectados, según los resultados del estudio de prevalencia sobre las enfermedades reumáticas en población adulta en España de la Sociedad Española de Reumatología (EPISER). No obstante, menos de la mitad de los pacientes con gota grave reciben tratamiento.
Este elevado infradiagnóstico se debe en opinión del Dr. César Díaz, del Servicio de Reumatología del Hospital Universitari de La Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, a que “se trata de una enfermedad que clínicamente se expresa con episodios agudos autolimitados y, al permanecer asintómaticos entre los episodios, las personas que los sufren no le dan la importancia que merece.
Además, “al tratarse de una enfermedad relacionada con un estigma social y considerada autoinflingida (la culpa es de los pacientes) y beninga hace que el paciente prefiera no acudir a su médico”, señala el el Dr. Díaz, quien advierte que “como existe la falsa creencia de que con la dieta la gota mejora, muchos afectados optan por diferentes dietas en lugar de acudir a su médico”.
Respecto al tratamiento, el Dr. Fernando Pérez Ruiz, jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Cruces, considera que “hay un interesante grupo de medicamentos en desarrollo, con distintos mecanismos de acción, que pueden, en un futuro cercano, permitir un mejor control de una enfermedad con escasas alternativas terapéuticas en el momento actual. En concreto, se trata de un número considerable de fármacos en desarrollo, tanto antiinflamatorios como otras opciones para el control de la hiperuricemia”. “Los profesionales sanitarios deben entender que no se puede ignorar la gota y dejar de controlar una enfermedad controlable”, recalca este experto.
Consciente de que son muchas las personas que sufren un ataque, se tratan y luego se olvidan de la enfermedad y no hacen ningún seguimiento ni vuelven a acudir a consulta, los especialistas insisten en que “deben recordar que el depósito crónico asintomático de los cristales provoca una inflamación crónica subclínica que podría asociarse a un aumento de eventos cardiovasculares y daño renal, por lo que deberían prestar atención y no considerarlo un episodio puntual en su salud”.
El VII encuentro GEACSER de la Sociedad Española de Reumatología puso de relieve el crecioente interés de los reumatólogos jóvenes por la gota y otras enfermedades producidas por microcristales. Durante esta formación se llevaron a cabo talleres de microscopía, ecografía y de casos complejos con el objetivo de dotar a los asistentes de una orientación práctica fundamental para el manejo de la patología microcristalina. El curso se cerró con una interesante mesa redonda que incluyó la participación de pacientes, médicos de familia y reumatólogos donde se expusieron propuestas para mejorar la atención de los afectados con gota.