La cirugía de la catarata es de gran utilidad como tratamiento para pacientes con glaucoma de ángulo cerrado, aunque estos no presenten catarata. Y es que la lente que se implanta en esta operación, más fina que el cristalino natural, reduce el riesgo de pérdida de visión irreversible en la mayoría de este tipo de glaucomas.

En los pacientes con glaucoma de ángulo cerrado, cuya presión intraocular (principal factor de riesgo del glaucoma) suele ser muy elevada, se recomienda la cirugía de catarata, también llamada cirugía de cristalino, que resulta eficaz en la mayoría de los casos y puede evitar tener que recurrir a otra cirugía específica de glaucoma, tal y como indica la Dra. Lucía Perucho, especialista en glaucoma de Miranza Mallorca.

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La Dra. Lucía Perucho destaca la cirugía de cataratas como un arma terapéutica muy importante para el glaucoma de ángulo cerrado

Como explica la oftalmóloga, “cuando realizamos una cirugía de cataratas sustituimos el cristalino, que es la lente natural del ojo, por una lente intraocular que tiene menor grosor, con lo cual dejamos más espacio para que pueda drenar adecuadamente el humor acuoso (líquido que rellena el globo ocular) por el ángulo o malla trabecular, una especie de ‘colador’ por el que ese líquido entra sale del ojo, ayudando, así, a que la presión intraocular disminuya”.

“Por ello, esta cirugía, practicada incluso en ojos con un cristalino totalmente transparente, es un arma terapéutica muy importante para el glaucoma de ángulo cerrado, en el que el espacio de ese ángulo es muy estrecho”, destaca la especialista en glaucoma de Miranza Mallorca.

Además, si el paciente con glaucoma, especialmente el de ángulo cerrado, también sufre cataratas, cosa habitual debido a la relación de ambas enfermedades con la edad, el riesgo de aumento de la presión intraocular puede ser aun mayor, dado que el incremento de espesor del cristalino relacionado con la catarata, puede engrosar más el cristalino.

Frenar la progresión del glaucoma y la hipertensión arterial

La Dra. Perucho afirma que “a día de hoy, tenemos la posibilidad de frenar la progresión del glaucoma e hipertensión arterial desde estadios muy iniciales, señalando que “las diferentes técnicas disponibles en la actualidad permiten que los pacientes diagnosticados hace años con mal pronóstico conserven la visión a largo plazo y para toda la vida.

El glaucoma es patología neurodegenerativa que incide aproximadamente sobre el 3% de la población causando daños en el nervio óptico del ojo. Además de la cirugía del cristalino para algunos casos, los tratamientos habituales para hacerle frente son:

  • iridectomía o extirpación parcial del iris en aquellos casos que están en riesgo de desarrollar un glaucoma de ángulo cerrado
  • terapia tópica (fármacos en gotas)
  • cirugías clásicas y las llamadas MIGS, mínimamente invasivas, todas ellas orientadas a reducir de la presión intraocular

No obstante, la detección temprana de estas enfermedades es clave para prevenir una mayor pérdida de la visión y aplicar el tratamiento más adecuado en cada caso. Algunos de los indicadores más comunes son:

  • la visión borrosa
  • pérdida del campo visual
  • dolor ocular
  • halos alrededor de las luces

Sin embargo, a menudo la enfermedad no da síntomas hasta que está muy avanzada, ya que la pérdida de visión que provoca la muerte de células del nervio óptico suele ser paulatina y periférica, por lo que la mitad de las personas con glaucoma, no son conscientes de padecerlo.

Por ello, es importante acudir a una revisión oftalmológica anual a partir de los 50 años, así como si se tienen antecedentes familiares o alta miopía, para someterse a un examen oftalmológico completo que podrá confirmar si el paciente padece la enfermedad o está en riesgo de desarrollarla por tener una presión intraocular elevada.