Hasta un 40% de las personas que padecen la enfermedad de Parkinson tienen depresión. Así mismo, el trastorno depresivo grave en esta patología neurológica tiene una prevalencia del 17%. Esto convierte a la depresión en la manifestación psiquiátrica más frecuente en los pacientes de esta enfermedad.
El doctor Diego Santos García, neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC) y del Hospital San Rafael explica que “en ocasiones, la depresión es un síntoma premotor, es decir, aparece antes que los síntomas motores y es, en realidad, ya una manifestación de la enfermedad de Parkinson. Otras veces puede haber un componente reactivo hacia los síntomas o a encajar el diagnóstico de esta enfermedad neurológica”.
Los trastornos afectivos, en particular la depresión, pueden preceder en varios años a la aparición de los síntomas motores en las personas con Parkinson. Aunque son numerosas las teorías que justifican la relación entre la depresión y la aparición de enfermedades neurológicas, la comunidad científica parece estar de acuerdo en que tendría sentido pensar que la simultaneidad de depresión junto a otro factor de riesgo adicional aumenta la probabilidad de desarrollo de una enfermedad neurológica.
Esto parece ser especialmente habitual en enfermedades neurodegenerativas, donde ya se considera la depresión como una manifestación preclínica de la entidad neurodegenerativa.
“Los síntomas de depresión en la enfermedad de Parkinson pueden ser variados como desánimo, ansiedad, angustia, inquietud, irritabilidad, ira, volverse retraído o aislarse, fatiga y falta de energía, sentimientos de desesperanza, impotencia, inutilidad, culpabilidad y odio a sí mismo, anhedonia y pérdida de interés por las cosas. En ocasiones, puede haber vinculación entre depresión y apatía y un mayor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo”, declara neurólogo del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña (CHUAC) y del Hospital San Rafael.
La depresión afecta en la calidad de vida
La depresión en la enfermedad de Parkinson puede tener un impacto significativo en el pronóstico, la calidad de vida, la evolución de la misma e incluso, en la carga para el cuidador.
De hecho, puede suponer una mayor discapacidad y carga que los síntomas motores. También se asocia a un aumento del nivel de deterioro cognitivo y de la disminución en las funciones motoras, frente a pacientes con enfermedad de Parkinson que no padecen depresión.
“En estadios avanzados de la enfermedad de Parkinson, la depresión influye en la limitación funcional de los pacientes y en la sensación de carga que pueden generar en la familia”, afirma el Dr. Santos, quien también recuerda que “la depresión provoca una percepción de mayor gravedad de los síntomas por parte del paciente y es, sin duda, un factor asociado a una peor calidad de vida percibida, independientemente de otras variables”.
Las muertes por suicidio don más comunes en pacientes de Parkinson
El riesgo de suicidio es más alto en personas con enfermedades neurológicas como el Parkinson. Según señalan varios estudios, en la mayoría de los casos, la ideación suicida aparece en la etapa próxima al diagnóstico, y/o en pacientes que presentan comorbilidad psiquiátrica, sobre todo, depresión.
Las muertes por suicidio en personas con enfermedad de Parkinson son cinco veces superiores a las registradas en la población general. Desde el punto de vista del cuidador, este especialista pone el foco en que “la depresión del paciente impacta en el estado de ánimo del cuidador y la depresión del cuidador se asocia a una mayor carga y estrés por parte del mismo, así como a una peor calidad de vida. Pero, además, estudios recientes han observado que esto genera un círculo vicioso, de tal forma que la depresión del paciente contribuye a la depresión del cuidador y viceversa”.
Sin embargo, el también director de la Fundación Degén matiza que “no toda persona con depresión desarrollará enfermedad de Parkinson, aunque ante un cuadro de depresión el médico debe conocer esta relación y vigilar la evolución del cuadro, especialmente en casos con antecedentes familiares de enfermedad de Parkinson, que serían más vulnerables a su desarrollo. Estudios en cohortes de pacientes con enfermedad de Parkinson han observado que la depresión es muy prevalente en todas las fases de la enfermedad, afectando a la mitad de los pacientes, ya sea en forma de depresión mayor, menor, distimia o subclínica”.
El inicio temprano del tratamiento es crucial
El inicio temprano del tratamiento de los síntomas depresivos en la enfermedad de Parkinson es crucial debido a su impacto en la discapacidad, la calidad de vida y la mortalidad. Diferenciar la apatía de los síntomas afectivos de la depresión es importante en la EP para guiar los enfoques de tratamiento.
Para tratar la depresión en pacientes con enfermedades neurológicas se requiere de un enfoque multidisciplinar que tenga en cuenta aspectos neurológicos, psiquiátricos y psicológicos.
Tal y como reconocen los expertos, se necesitan estrategias integradoras que combinen intervenciones farmacológicas y no farmacológicas para tratar la depresión en las enfermedades neurológicas. Especialmente cuando los síntomas neurológicos afectan a la funcionalidad diaria y a la calidad de vida.
Para el Dr. Santos García, “a veces, la depresión puede pasar desapercibida si no preguntamos de forma adecuada al afectado o su familia. Su manejo pasará por el tratamiento farmacológico y otras terapias complementarias.Los fármacos antidepresivos que utilizamos habitualmente son los inhibidores de la recaptación de serotonina, duales, heterocíclicos o de acción multimodal como vortioxetina”.
Continua señalando que “elegiremos uno u otro en función de los síntomas, potenciales efectos secundarios o comorbilidades, siendo clave aspectos como la cognición, la conducta, etc. Cuando la depresión es refractaria es necesario cambiar de fármaco o combinar entre ellos”.
Por último, este experto asegura que “si pudiéramos identificar qué pacientes con depresión en realidad tienen enfermedad de Parkinson en un estadio muy inicial y tuviéramos un tratamiento para frenar la progresión de la enfermedad o, al menos, ralentizarla, podríamos decir que identificar la depresión como síntoma inicial sería capital para poder introducir tal terapia”.