Un artículo de Mercedes Fernández Ríos,
psicóloga en la Asociación de Familiares de Alzhéimer de València (AFAV),
Máster en Psicogerontología, doctoranda en Psicogerontología, Universitat de València
Según las Naciones Unidas, la tendencia al envejecimiento de la población mundial puede ser una de las características más definitorias de nuestra época. Este envejecimiento demográfico es considerado por los expertos como uno de los mayores desafíos al que nos enfrentamos.
En el contexto demográfico actual, se observa un fenómeno que ha capturado la atención tanto de gobiernos como de expertos: el ‘Tsunami plateado’, término que describe el creciente desafío que supone el envejecimiento de la población.
Ante este reto contamos con una ‘ventaja’ significativa, gracias a las proyecciones demográficas, las cuales nos permiten anticipar y cuantificar los cambios en la estructura poblacional.
Esta capacidad predictiva representa una oportunidad crucial que los gobiernos y gestores no deberían pasar por alto. El envejecimiento de la sociedad plantea importantes desafíos. Por lo tanto, prestar atención a estas proyecciones puede ser de gran valor para tomar decisiones informadas y abordar esta realidad con estrategias sólidas, con el fin de reducir el impacto de estos cambios demográficos asociados a una mayor longevidad.
Es importante destacar la necesidad de adaptar las estrategias de promoción para garantizar que todas las personas mayores tengan acceso a oportunidades para mantenerse integradas y comprometidas con la sociedad, lo que puede mejorar su calidad de vida y autonomía.

Esta necesidad requiere un enfoque multidimensional, que incluya la adaptación de programas y entornos para satisfacer las necesidades específicas de todas las personas mayores, con y sin deterioro cognitivo, facilitando la participación activa y el bienestar integral, promoviendo así una inclusión genuina y respetuosa en la sociedad.
Tenemos que avanzar hacia la creación de ‘ciudades amigables’ con las personas mayores. Es necesario que nuestros municipios y servicios ofrezcan entornos diseñados para facilitar la movilidad, accesibilidad y participación de las personas mayores en la vida cotidiana.
Para alcanzar tan loable objetivo, es necesario integrar principios de planificación y diseño urbano que garanticen la inclusión, sostenibilidad y accesibilidad para todas las personas. En este punto, hay que considerar la necesidad de integrar la participación de las personas mayores en los procesos de planificación urbana, para garantizar que realmente las ciudades satisfagan sus necesidades específicas, lo que tendrá un impacto positivo en el bienestar físico, mental, emocional y social de las personas mayores.
Este enfoque está en línea con el modelo de Atención Integral Centrada en la Persona (AICP). Ello indica que no solo es crucial que el contenido de los programas incluya actividades significativas y adaptadas a las preferencias y capacidades de todos los ciudadanos, sino que también destaca la importancia que cobran los entornos como facilitadores de un envejecimiento más satisfactorio para todas las personas mayores.
Políticas y estrategias inclusivas
Generalmente, la promoción del envejecimiento activo y saludable se centra en aspectos físicos, pero es esencial reconocer que esta promoción debe ser inclusiva y dirigirse a todas las personas mayores, independientemente de su estado cognitivo.
Incluso para las personas con deterioro cognitivo, o trastornos neurocognitivos, es importante la promoción de un envejecimiento activo que fomente la participación continua en actividades físicas, mentales y sociales, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas y el bienestar integral.
Esta promoción de un estilo de vida más activo, a través de la participación en la vida cotidiana, puede tener múltiples beneficios tanto para la salud como para el bienestar general, y mitigar, de este modo, el impacto del envejecimiento de la población mundial.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el envejecimiento de nuestras sociedades se espera que el número de personas que viven con demencia en todo el mundo aumente de forma significativa, pasando de 55 millones en 2019 a 139 millones en 2050.
Recientes informes sugieren la necesidad de cambiar la perspectiva en el abordaje de la demencia, poniendo el foco en cómo la prevención podría resultar una de las medidas más efectivas para reducir su impacto.
También requiere adoptar una perspectiva de género para responder a la problemática social relacionada con las diferentes brechas de género entre hombres y mujeres respecto al envejecimiento activo y saludable. Estas brechas surgen de roles sociales, familiares, barreras culturales y desigualdades de género y sociales acumuladas, y precisan de una atención reflexiva y coordinada a este respecto por parte de todos los actores implicados.
La integración de nuevas medidas y correctivos que se enfoquen en el desarrollo de ciudades amigables con todas las personas mayores no solo promoverá estilos de vida saludables, sino que, también, generará, en general, un impacto positivo en la calidad de vida de toda la población.