El incremento de las temperaturas en España ha prolongado los veranos durante casi cinco semanas más, extendiendo el clima semiárido e intensificando las olas de calor, cada vez más habituales, prolongadas y severas. Esto provoca un incremento notable en la severidad de ciertas enfermedades graves, en particular las respiratorias, y aumenta la complejidad de las infecciones, tal y como se expuso en el Congreso Nacional de la SEMICYUC.
Así, desde la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC) se advierte de la necesidad de que los Servicios de Medicina Intensiva se preparen para afrontar esta nueva situación, que permita asistir con garantías al nuevo perfil de paciente crítico ante el incremento de las enfermedades respiratorias y las infecciones.
En este sentido, el doctor Ricard Ferrer, jefe del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, “la Medicina Intensiva es una actividad indispensable para mantener la salud de la población, como se puso en valor durante la pandemia del Covid-19. Los profesionales de las UCI somos conscientes de cómo los cambios en el medio ambiente están cambiando la práctica clínica; y también de que nuestra propia actividad, aunque indispensable, debe realizarse dentro de unos estándares medioambientales óptimos”.
“Para ello, hay que adaptar los Servicios para atender las nuevas patologías que lleguen asociadas al cambio climático y la posible evolución de las que ya atendemos. Esto debe hacerse tanto estructuralmente, para poder atender picos de demanda en los meses más calurosos, como formándonos aún más en su diagnóstico y tratamiento”, advierte este experto.
Por su parte, el doctor Antoni Trilla, epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Barcelona, recalca que “las infecciones transmitidas por pequeños organismos y por el agua son las que con mayor probabilidad puedan aumentar su frecuencia. Hablamos, entre otras, de la malaria, la fiebre del Nilo Occidental, el dengue, el chikungunya o la criptosporidiosis”.
“Son todas conocidas y están presentes en otras latitudes. Actualmente, la mayoría de los casos que tratamos en Europa son importadas por viajeros; pero, si se dan las condiciones climáticas, podemos empezar a ver casos autóctonos e incluso epidemias, que serían localizadas y limitadas. Lo hemos podido ver en Italia con el chikungunya”, indica el doctor Trilla.
“Lo más importante es conocer estas entidades, pensar en ellas no ya como casos importados, sino como posibles casos autóctonos, y establecer rápidamente el diagnóstico de sospecha y las medidas de prevención pertinentes en cada caso”, afirma el epidemiólogo.
Los golpes de calor pueden requerir ingreso en UCI
Además de las infecciones, en el Congreso Nacional de la SEMICYUC los intensivistas pusieron sobre la mesa las consecuencias de los golpes de calor que pueden llegar a requerir ingreso en la UCI.
Se trata de “una emergencia médica con una mortalidad elevada, que puede oscilar entre el 5 y el 50%. Se caracteriza por una temperatura corporal mayor a 40,5 °C, alteraciones neurológicas y fallo multiorgánico. El diagnóstico puede incluir alteraciones neurológicas graves y la afectación de varios órganos. Esta gravedad obliga a ingresar en una UCI para su tratamiento”, explica el Dr. Eduard Argudo, intensivista del Hospital Vall d’Hebron.
Para atender a este tipo de pacientes, los intensivistas se centran en conseguir bajar la temperatura corporal. “El enfriamiento debe iniciarse lo antes posible allí donde se encuentre el paciente y continuarse de forma activa hasta controlar la temperatura. Debe basarse en medidas como la inmersión en agua fría y la vaporización de agua fría, que son las más efectivas”, señala.
“Además, es importante dar soporte a todos los órganos que fallan, por lo que estos pacientes generalmente requieren intubación, conexión a ventilación mecánica invasiva, fármacos vasoactivos y terapias de reemplazo renal”, continúa el doctor Argudo.
El cambio climático también afecta al transporte de pacientes críticos. Las temperaturas extremas pueden repercutir modificando su temperatura corporal, así como sobre algunos aparatos o dispositivos.