La Asociación Andaluza de Enfermería Familiar y Comunitaria (Asanec) advierte sobre los riesgos que enfrentan muchos mayores y resalta la importancia de las enfermeras en la detección y denuncia de maltratos. Según la OMS, el maltrato afecta a una de cada seis personas mayores en comunidades y al 33,4% en instituciones.
La Asociación Andaluza de Enfermería Familiar y Comunitaria (Asanec) subraya la necesidad de comprender y visibilizar las situaciones de riesgo que padecen muchos de nuestros mayores, como la presencia de cuidadores con problemas psicológicos o de alcoholismo, personas mayores con demencia o aquellos que viven en hogares con problemas de abuso de sustancias.
Desde Asanec se destaca el “valioso papel que desempeñan las enfermeras de familia y comunitaria en el cuidado, detección y denuncia de estos malos tratos” y se realiza un llamamiento, tanto a las enfermeras como a las instituciones para que “trabajen juntos en la prevención y erradicación del maltrato a las personas mayores”.
Y es que, una de cada seis personas mayores en entornos comunitarios sufre malos tratos en el mundo y, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en 2022, en el caso de maltrato a los mayores en instituciones (residencias) el 33,4% sufren abuso psicológico, seguido del físico (14,1%), financiero (13,8%) y negligencia (11,6%).
Además, la Asociación Andaluza de Enfermería Familiar y Comunitaria subraya que las previsiones apuntan a que “este problema se incrementará durante los próximos años debido al rápido envejecimiento de la población”. Por ello, hace hincapié en que “es vital promover una cultura de respeto y dignidad hacia nuestros mayores, asegurando que reciban el cuidado y la atención que merecen, así como informar y denunciar cualquier sospecha”.
Bajo esta premisa, Asanec destaca el papel que desempeña la enfermera familiar y comunitaria en el cuidado, detección y denuncia de estos malos tratos, ya que “la presencia de la enfermera de familia y comunitaria en los domicilios y la relación a lo largo del tiempo con estas personas y familias hace posible valorar estas situaciones de riesgo”.
Ademas, “su cercanía y contacto directo con los pacientes mayores las coloca en una posición privilegiada para detectar signos de maltrato”, a loq eu se une que “su formación y experiencia les permiten identificar cambios físicos y emocionales que pueden indicar abuso, además de proporcionar el apoyo necesario para intervenir de manera efectiva”.
Hoy en día, el término “maltrato a personas mayores” abarca todas las acciones que causan daño físico, psicológico o material a personas mayores de 65 años cometidas por individuos en una relación personal o profesional con la víctima. Esta definición reconoce la complejidad del fenómeno y la diversidad de contextos en los que puede ocurrir. Estos sucesos pueden conllevar graves lesiones físicas y consecuencias psicológicas prolongadas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Declaración de Toronto, define los malos tratos a personas mayores como la acción única o repetida, o la falta de la respuesta apropiada, que causa daño o angustia a una persona mayor y que ocurre dentro de cualquier relación donde exista una expectativa de confianza. “Esta definición subraya la importancia de la confianza en la relación y la variabilidad en las formas de maltrato”, recalca Asanec.