Un artículo de la Dra. Sacramento Pinazo-Hernandis,
Universitat de València, Directora del Grupo de Investigación BestAging (Intervención psicosocial en los cuidados y envejecimientos en el ciclo vital) organizador del I Congreso de Envejecimiento Productivo y Participación Social
Participar activamente tiene tantos beneficios que debería ser prescrito desde los centros de salud como la mejor terapia para el buen envejecer: mejora la salud física, emocional, cognitiva y social. Es un antídoto contra la soledad.
El envejecimiento productivo, un concepto que va más allá del envejecimiento activo, se distingue porque centra su foco en las contribuciones significativas que hacen las personas para reducir necesidades y problemas sociales y mejorar el bienestar colectivo. Se trata de poner en valor el papel que tienen las personas mayores como agentes del cambio comunitario en una sociedad en crisis con tantas desigualdades sociales.
En general, el envejecimiento productivo se refiere a “cualquier actividad, remunerada o no, realizada por una persona mayor y que contribuye a producir bienes o servicios, o desarrolla la capacidad para producirlos”. Por tanto, pone el énfasis en el papel que las personas mayores pueden jugar en la sociedad como parte activa de la misma.
No es un concepto nuevo, pues hace ya muchos años que se ha desarrollado investigación sobre el mismo. Fue el Dr. Robert Butler quien reivindicó el envejecimiento productivo en 1975 y Francis G. Caro quien lo desarrolló desde la Universidad de Massachusetts. Ambos dedicaron sus investigaciones a demostrar la necesidad de una reforma integral y una estrategia nacional en Estados Unidos para garantizar el bienestar de las personas a lo largo de la vida. Y ese bienestar necesariamente va vinculado a la participación social.
Butler es también quien introdujo el término edadismo para definir esa discriminación por edad que dibuja una visión negativa del envejecer y que supone un lastre. Pero no, envejecer no es un problema sino un reto que hay que afrontar con buenas políticas públicas.
La imagen realista de las personas mayores debe fijarse en las muchas contribuciones que realizan tanto en el contexto familiar (cuidado de nietos y nietas, cuidado a personas en situación de dependencia, apoyos a la conciliación laboral y familiar de sus hijos e hijas…), como en social y político (voluntariado y asociacionismo, en el contexto comunitario).
En el I Congreso de Envejecimiento Productivo y Participación Social se habló de los efectos de la participación en la salud, del edadismo y de cómo es necesario que se adapten las ciudades para ser más amigables con las personas que envejecen. El eje central del proyecto tiene que ver con la participación transversal de las personas mayores.
La sociedad no puede permitirse desperdiciar el capital humano que son las personas mayores, pues son un gran recurso social, caudal de saberes. El Decenio del Envejecimiento Saludable (2021-2030) tiene como lema: No dejar a nadie atrás. Y de eso se trata, de reducir la exclusión social y aumentar los recursos para la participación.
La idea del congreso parte del Comité científico compuesto por profesoras y profesores investigadores de la Universitat de València y Universitat Jaume I (Grupo de Investigación BestAging, Intervención psicosocial en los cuidados y envejecimientos en el ciclo vital) vinculados a la investigación en gerontología desde hace más de 20 años, unidos con la Asociación Parque Lidón y el Consell Municipal de la Gent Major de Castellón. El congreso trata de dar a conocer y poner en valor los proyectos de la terreta.
En la primera sesión del congreso, realizada en Castellón el 23 de mayo 2024, participaron casi 200 personas de distintas partes del país, entre ellos ponentes de prestigio de la Universitat de València (Sacramento Pinazo-Hernandis), de la Universitat Jaume I (Antonio Caballer y Ana Alarcón), de la Universidad Barcelona (Montse Celdrán) y del IMSERSO (Maite Pozo, Red de Ciudades Amigables).
En las dos mesas de diálogo, los ponentes han hablado de ejemplos de participación social, innovación social y envejecimiento productivo. Se mostraron datos del avance del programa Castellón, ciudad amigable con las personas mayores. Y se puso de manifiesto las muchas contribuciones que hacen las personas mayores al bien común. La Asociación Parque Lidón con el proyecto Jo a ma casa (Marisa Giner) y la Cooperativa Viu al Niu (Susi Martínez) ejemplificaron cómo es posible que un grupo de personas mayores autoorganizadas creen una comunidad de cuidados. ¡Todo un ejemplo para el resto de la Comunitat Valenciana!
Porque las personas mayores también pueden participar de manera activa si se crean los recursos y entornos facilitadores. Los proyectos presentados por Savia residencias (Saviacerca, Saviavoluntaria) mostraron las diferentes acciones realizadas por este grupo residencial en donde las personas son agentes activos: voluntariado, clases de guitarra, inglés, actividades diversas en la comunidad. ¿Quién dijo que las personas mayores que viven en residencias están encerradas?
También se habló de discriminación, porque conocer las discriminaciones y violencias que sufren las personas que envejecen es necesario para mejorar su bienestar. Los datos avalan la existencia de discriminación por edad e incluso violencias múltiples a menudo invisibles, por ejemplo, las que sufren las mujeres mayores (violencia de género), las personas mayores LGTB (discriminación y exclusión social), las personas con demencia (maltrato en los cuidados) o las personas mayores migrantes (exclusión social).
Un dinámico e interesante taller sobre edadismo -discriminación hacia las personas mayores-, dirigido por Montse Celdrán, ayudó a las personas participantes a reflexionar sobre el tema y conocer cómo detectar conductas de discriminación (“Nuestros mayores… que hicieron tanto por nuestro país”,“Estás muy bien… ¡para la edad que tienes!”, “¿80 años? Uy, ¡pues no lo aparentas!”) e incluso de qué modo las personas aprehenden los mensajes edadistas y acaban diciendo “Yo ya no…”, “En mi época…”.
Ese tipo de lenguaje que excluye a las personas mayores, como si su tiempo ya no fuese este, y que minusvalora la aportación que hacen en el momento presente como ciudadanos activos. Se invisibiliza a las personas mayores como grupo porque se da por hecho que poco o nada tienen que aportar, y como se piensa que no tienen nada que aportar, se les excluye del entorno, y se les limitan cuidados o tratamientos que pueden necesitar para estar bien. Las actitudes negativas sobre la vejez limitan la vida porque no se les ofrecen las mismas oportunidades que a otras generaciones.
No es que no importe la edad. La edad muestra los años vividos y experimentados, y aporta un valor cuando unimos a personas de diferentes generaciones. Justamente, al permitir la interacción entre personas con distinto recorrido vital es cuando podemos obtener los grandes beneficios de unirles en proyectos conjuntos. La evidencia científica ha mostrado los resultados positivos de la participación social y los proyectos intergeneracionales, tal y como se puso de manifiesto en la ponencia inaugural: salud física, emocional, cognitiva y social.
En el congreso se habló de intergeneracionalidad y de las barreras que limitan la participación de las personas mayores, y se dejaron temas apuntados para un nuevo congreso.
Un lenguaje edadista, según Celdrán, es aquel que refleja los estereotipos hacia las personas mayores, muestra los sentimientos negativos hacia la vejez o consigue una reacción conductual negativa hacia la persona mayor. La ponente ha escrito recientemente un Glosario de edadismo que está disponible online.
Además, el congreso contó con una parte de difusión de la investigación y transferencia de resultados que mostró el trabajo realizado por el alumnado universitario sobre temas de envejecimiento. Se presentaron 12 pósters científicos y de proyectos de innovación social sobre evaluación de la fragilidad física y psicológica, personas cuidadoras familiares, participación, edadismo, soledad… El premio al mejor póster científico fue para Josep Pons, estudiante de doctorado la Universitat de València. El premio al mejor proyecto de innovación se lo llevó el equipo de Miguel Pardo, Arturo Gascó y Mario Rojano, de la Universitat Jaume I.
La primera sesión del congreso se ha podido realizar gracias al apoyo del Ayuntamiento de Castellón, la Diputación de Castellón, la Universitat Jaume I, Savia residencias y Rural nostra. Pero el congreso continuará con dos sesiones más: una en octubre en Elche y otra en Valencia, en noviembre de este baño.