Un artículo de Carolina Vázquez Prudencio, enfermera especialista en Enfermería Geriátrica en el Hospital Universitario del Henares



La fragilidad se define como un deterioro progresivo relacionado con la edad de los sistemas fisiológicos, que conlleva una pérdida de reserva de la capacidad intrínseca de cada persona. Esto provoca una mayor vulnerabilidad ante factores de estrés y mayor posibilidad de sufrir eventos adversos.

Se trata de un concepto que lleva estudiándose al menos 25 años desde el ámbito de la Geriatría pero que ha adquirido mayor importancia al poner el foco en los déficits del sistema sanitario ante el impacto del envejecimiento poblacional.

Geriatricarea- Intervención nutricional en fragilidad
El síndrome de fragilidad es potencialmente reversible si se detecta de forma precoz y se aborda de forma integral e interdisciplinar

Tras la pandemia de COVID-19, se ha puesto de manifiesto la necesidad de reorientar el sistema sanitario hacia un paciente mayor con múltiples enfermedades crónicas y síndromes geriátricos que requieren que la persona y su capacidad funcional tengan el papel central.

El síndrome de fragilidad, como es ampliamente conocido, es potencialmente reversible, sobre todo, si se detecta de forma precoz y se aborda de forma integral e interdisciplinar.

En muchas ocasiones, los protocolos y algoritmos de actuación remarcan la responsabilidad de cada nivel asistencial y diferentes agentes que participan en el tratamiento de la fragilidad, pero no centran la intervención en la capacidad de autocuidado de la persona con fragilidad.

En las últimas décadas, se han creado múltiples iniciativas que buscan potenciar el rol de paciente activo y/o experto. Angela Coulter, investigadora y analista de políticas de salud de la Universidad de Oxford, describe al paciente del futuro como un paciente informado, comprometido y con capacidad de ser autónomo en las decisiones de salud.

Por ello, parte del abordaje integral de la fragilidad debe centrarse en una línea común entre el conocimiento del profesional sanitario y las acciones de salud del paciente basadas en su experiencia de la fragilidad.

La investigadora remarca que las preguntas más habituales que se plantea la persona con un problema de salud están relacionadas con los objetivos marcados y cómo puede hacer para ayudarse a sí mismo.

Los nuevos perfiles de pacientes activos o expertos rompen con los paradigmas jerárquicos y paternalista (incluso edadistas) ya que el profesional sanitario debe acompañar en el proceso de búsqueda de la salud, planteando un escenario en el que la persona reflexiona sobre el origen de su fragilidad y acuerda pautas de actuación con metas comunes.

Este empoderamiento de la persona con fragilidad genera competencias como entender la información sobre salud, realizar autocuidados, resolver problemas e identificar signos de alarma, pero, sobre todo, tomar la iniciativa de comunicación con los profesionales.

Desde el abordaje integral de la fragilidad, se busca preservar e incluso mejorar esa capacidad intrínseca del paciente, por lo cual, también resulta interesante desarrollar la capacidad innata del paciente a responsabilizarse de su propia salud y bienestar.

Además, un paciente experto, a través del proceso de activación en su propia fragilidad, transformará también el sistema sanitario ya que exigirá los recursos e instrumentos necesarios para mantener ese autocuidado.

La persona con fragilidad empoderada reclamará una continuidad asistencial real y una atención global al conocer sus necesidades de cuidados, pudiendo convertirse en fuentes de información en forma de ayuda mutua a otras personas que tengan una situación similar o potenciando nuevos modelos de atención centrados en la persona.

Este sistema de aprendizaje en el que se acompaña a la persona con fragilidad requiere un cambio de modelo de atención que mire hacia la participación activa de la comunidad, sin miedo a ceder el protagonismo para fomentar la sostenibilidad del sistema sanitario y el empoderamiento dentro de la fragilidad.

«El hombre no es más que una caña, la más frágil de la naturaleza, pero es una caña que piensa»
Blaise Pascal