Una de cada cuatro personas a nivel mundial sufre hígado graso, una patología que afecta a personas de todas las edades, pero está más presente en adultos de mediana y avanzada edad y en personas con factores de riesgo como obesidad, diabetes y síndrome metabólico.
La Esteatosis Hepática Metabólica, conocida como hígado graso, es una enfermedad compleja causada por una combinación de factores genéticos, metabólicos y ambientales que provocan la acumulación de grasa en el hígado.
Tal y como señala la Dra. Ana Sánchez, miembro del Grupo Esteatosis Hepática Metabólica (EHMET-SEEN), de debe recalcar la importancia del diagnóstico y tratamiento precoz por parte del endocrinólogo, ya que “es esencial identificar a los pacientes en riesgo para evitar la progresión a formas avanzadas como la esteatohepatitis no alcohólica, la fibrosis hepática e, incluso la cirrosis, y evitar posibles complicaciones asociadas”.
Y es que la detección temprana puede facilitar la adopción de cambios en el estilo de vida, tales como reducir el consumo de alcohol, mantener una dieta equilibrada y ejercitarse regularmente. Además, permite controlar condiciones médicas preexistentes como la obesidad y la diabetes, que pueden estar contribuyendo a la enfermedad hepática metabólica (EHmet).
El hígado graso es más común en adultos de mediana y avanzada edad
La Esteatosis Hepática Metabólica puede causar inflamación hepática, daño celular y acumulación de tejido cicatricial en el hígado (fibrosis). En etapas avanzadas, puede progresar hasta la cirrosis, una enfermedad hepática avanzada que conlleva múltiples complicaciones.
La EHMET afecta a personas de todas las edades, pero es más común en adultos de mediana y avanzada edad y en aquellos con factores de riesgo que padecen enfermedades como obesidad, diabetes y síndrome metabólico.
Como advierte la médico especialista en Endocrinología y Nutrición, “se estima que alrededor del 25% de la población mundial tiene hígado graso, aunque este porcentaje puede variar en función de la región y los factores de riesgo prevalentes en la población”. Además, en personas con obesidad y/o diabetes se duplica esa frecuencia, por lo que estas dolencias son algunos de los principales factores de riesgo de la aparición y progresión del hígado graso. En cuanto a las causas que provocan esta patología se encuentran:
- la obesidad
- la resistencia a la insulina
- las dietas ricas en grasas y en carbohidratos refinados
- el síndrome metabólico
- la genética
A pesar de que se trata de una de las enfermedades crónicas más comunes, los síntomas pueden ser ‘vagos e inespecíficos’ lo que puede dificultar su diagnóstico., advierten desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Algunos pacientes experimentan fatiga, malestar abdominal, dolor en el hipocondrio derecho, y en etapas más avanzadas, ictericia, aunque en muchos casos son asintomáticos.
Aunque hay muchas moléculas bajo investigación para el tratamiento de la EHMET, es crucial controlar los factores de riesgo y llevar un estilo de vida saludable para disminuir la acumulación de grasa en el hígado y evitar que la enfermedad avance.
En este sentido, la Dra. Elena González detalla algunas recomendaciones nutricionales basadas en la dieta mediterránea, ya que reduce la grasa hepática, ejerce un efecto antiinflamatorio y mejora la sensibilidad hepática a la insulina, independientemente del ejercicio y la pérdida de peso.
“Es recomendable limitar el consumo de carnes poco saludables (carnes grasas y derivados cárnicos) y el consumo de carbohidratos refinados especialmente en refrescos y zumos de fruta, con mayor índice glucémico, que deben sustituirse por fuentes de hidratos de carbono con baja carga glucémica”, señala la experta.
La EHMET se relaciona con comorbilidades metabólicas tales como la diabetes mellitus, resistencia a la insulina, obesidad, hipertensión y dislipidemia, las cuales aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular, principal causa de mortalidad. Recientemente, se han reconocido otras complicaciones vinculadas al hígado graso, incluyendo enfermedad renal crónica, síndrome de apnea del sueño, síndrome de ovario poliquístico, trastornos psiquiátricos y cáncer.