Susana Lamana,
directora de gestión asistencial en la Fundació Vallparadís

En las últimas décadas se está aconteciendo un sobreeenvejecimiento de la población sin precedentes a nivel global y especialmente en nuestro país, situación que se prevé en crecimiento exponencial en los próximos 25 años.

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La enfermera especialista en enfermería geriátrica cuenta con la formación y capacidad de cuidado de las personas mayores

Este fenómeno es debido a múltiples variables, destacando la disminución de la natalidad, de la mortalidad y de la morbilidad. El aumento de la esperanza de vida, consecuencia de avances médicos y de mejores condiciones de vida, contrariamente, ha comportado un aumento de la población con pluripatología, cronicidad y dependencia.

Paralelamente, ha supuesto un cambio en la necesidad y calidad de cuidados, un cambio de paradigma, que requiere de profesionales expertos en la atención a personas mayores.

Se hace imprescindible la especialización profesional en para el abordaje integral y planificación de cuidados, puesto que se deben de tener en cuenta variables funcionales, cognitivas, anímicas, sociales y específicas de la persona mayor frágil.

La enfermera especialista en enfermería geriátrica cuenta con la formación y la capacidad de cuidado de estas personas, fundamentalmente en la atención a los síndromes geriátricos, tales como sarcopenia, caídas, insomnio, incontinencia o deterioro cognitivo, entre otros, sin olvidar su interrelación y, sobre todo, teniendo en cuenta a la persona en su globalidad, tanto para la planificación de medidas preventivas que permitan mantener la autonomía personal el máximo tiempo posible, como en el abordaje curativo o paliativo.

La Valoración Geriátrica Integral (VGI) es la mejor herramienta de valoración; nos permite objetivar las necesidades teóricas de la persona mayor, ayudándonos a elaborar así una propuesta profesional de plan de cuidados individualizado.

No obstante, no es suficiente. La profesional en enfermería geriátrica es conocedora de que debe complementar todos estos datos con información personal biográfica e información relacionada con prioridades, preferencias o expectativas de la persona.

Sólo así, conociendo a la persona en su globalidad y entendiendo lo que es importante para ella, la enfermera podrá acordar con la misma persona un plan de cuidados definitivo personalizado, procurando los soportes necesarios desde la profesionalidad en cooperación con otros profesionales.

Esta evolución del modelo de atención desde una perspectiva más holística y situando a la persona en el centro de la atención, está totalmente integrado en la práctica profesional enfermera en geriatría, no sólo en la dispensación de cuidados en residencias, en otros servicios sociales y de salud específicos, sino también en el resto de los ámbitos donde interviene como pueden ser la coordinación y asesoramiento a diferentes niveles asistenciales, o en el desarrollo de otras funciones a parte de la puramente asistencial, como la docencia o la investigación.

Respecto a esta última, se hace imprescindible fomentarla con el fin de ampliar e innovar los conocimientos que se tienen relacionados con los cuidados geriátricos, siempre integrados en el marco deontológico.

Es necesario basar la práctica profesional enfermera geriátrica en la evidencia, resultado de la investigación científica, dónde la enfermera especialista está plenamente capacitada.

Por último, cabe destacar el importante papel docente de la enfermera geriátrica, ejerciendo de proveedora formativa e informativa a los equipos auxiliares a los que dirige y supervisa. Así mismo, el papel de la enfermera en la educación a la propia persona mayor o a sus cuidadores no profesionales directos, normalmente familiares, mediante intervenciones educacionales en promoción de la salud, prevención de la enfermedades y aplicación de cuidados o tratamientos, potenciando el papel de la propia persona como procurador activo de su autocuidado o de su entorno, resulta imprescindible en la mejora de salud, en retrasar la pérdida de autonomía y en el manejo de las situaciones complejas.

Por todo lo descrito, en una realidad demográfica cada vez más envejecida donde aumentan la cronicidad, dependencia e incapacidad y simultáneamente la necesidad de cuidados, es la enfermera especialista en enfermería geriátrica la profesional capacitada para gestionar y liderar los cuidados a este colectivo en el contexto de calidad asistencial.

Se hace indispensable contar con su reconocimiento tanto económico, social, como profesionalmente, participando en políticas públicas, integrándolas o liderando la gestión de los servicios sanitarios o sociales, así como en la atención directa para una mayor calidad de los cuidados.