Los y las trabajadoras familiares y gericultores son clave a la hora de detectar posibles cambios emocionales y mentales en las personas mayores que pueden ser síntoma de estar sufriendo algún trastorno o enfermedad de salud mental.
Identificar cambios en el estado emocional y psicológico entre las personas mayores es primordial a la hora de detectar posibles trastornos o enfermedades de salud mental. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 14% de los adultos de 60 años o más viven con un trastorno mental, entre los cuales destacan la depresión, la ansiedad y la demencia como las afecciones más frecuentes.
Es esencial reconocer y tratarlas estos trastornos con prontitud. En este sentido, Susana Zafra, psicóloga y directora de Viviendas con Servicios para Personas Mayores Urrutia que gestiona Accent Social, señala que “los trabajadores de atención directa son los primeros en detectar estos cambios por el vínculo que se establece en la atención que ofrecen diariamente”.
La detección de cambios en las rutinas de la persona, en el patrón del sueño o en el alimentario, así como que la persona esté más nerviosa o pase más tiempo en la cama son posibles indicios de alguna patología que pueda estar generándoles malestar.
Además, Mercedes Da Silva, gericultora y auxiliar de geriatría de Accent Social, añade que los cambios de humor, de actitud y de ánimo, también son algunos síntomas. “Personas usuarias que siempre han sido tranquilas y amables, de repente, un día empiezan a decir palabrotas, a decirte cosas sin sentido, cambian completamente de personalidad, así como su estado anímico es más negativo”, indica.
Por otro lado, la pérdida de memoria, de hábitos de higiene personal, de la limpieza, así como la desorientación y la confusión que pueden sufrir las personas mayores, también son algunos indicios para sospechar que algo está pasando.
Por otra parte, como afirma Montse Parcerisa, psicóloga y directora de la Residencia Fort Pienc, también gestionada por Accent Social, “hay personas que se dan cuenta y son plenamente conscientes de que están perdiendo facultades, lo cual les genera un cambio de comportamiento porque les provoca angustia o incluso puede inducirles a sufrir una depresión”.
Para que este malestar se detecte de forma precoz y no genere un mayor sufrimiento a las personas que lo experimentan, desde los diferentes servicios gestionados por Accent Social destacan que, una vez observados estos indicios, es clave derivarlos a los diferentes recursos sanitarios disponibles para que se les realice un diagnóstico y puedan recibir el tratamiento y la ayuda que necesitan.
En todo este proceso el acompañamiento es fundamental. “Intentamos que los procesos de dependencia evolucionen lo más lentamente posible, alargando la autonomía de las personas usuarias al máximo y dando apoyo continuo a las familias tanto como podemos”, afirma Parcerisa, quien añade que “a pesar de las dificultades que conlleva, nuestro trabajo es muy gratificante, ya que consiste en ofrecer a las personas usuarias calidad de vida, amor, apoyo emocional y acompañamiento profesional en todos los procesos que experimenten, por desafiantes que sean”.
En función de este acompañamiento se establecen diferentes pautas para garantizar el bienestar de las personas usuarias como por ejemplo:
- hacerles un seguimiento continuo para observar si hay más cambios de comportamiento o psicológicos
- promover hábitos saludables
- controlar si se debe revisar la medicación
- realizar actividades que les gustan