Un artículo de Accent Social

La demencia es un término general que engloba varias enfermedades neurodegenerativas que afectan el deterioro de la memoria, el intelecto, el pensamiento, la capacidad mental, el movimiento y el comportamiento. De todas las enfermedades neurodegenerativas que existen, los cuadros demenciales son la patología más frecuente a nivel global: según la Organización Mundial de la Salud, hay más de 55 millones de personas afectadas por demencia en todo el mundo, y, lamentablemente, hoy día no se disponen de tratamientos curativos.

Se trata de una enfermedad que empeora con el tiempo, puesto que interfiere cada vez más en la realización de las actividades de la vida cotidiana de quienes la padecen, que suelen ser, principalmente, personas mayores. Por ello, es primordial atender, acompañar y cuidar a estas personas de la mejor forma posible, para preservar durante el mayor tiempo posible su autonomía, puesto que progresivamente irán perdiendo cada vez más sus capacidades.

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Acompañar a una persona con demencia es un reto complejo que requiere una combinación de conocimiento, paciencia y soporte emocional

Principales tipos de demencias

Aunque hay muchos tipos de demencia, las cuatro más comunes son:

  • Enfermedad de Alzheimer: se trata de un trastorno cerebral que destruye lentamente las células cerebrales y los nervios, afectando a la memoria, la capacidad de pensar y para hacer las tareas cotidianas. Es la más común de las demencias.

  • Demencia vascular: sucede cuando los vasos sanguíneos se dañan, afectando al suministro de oxígeno al cerebro, causando la muerte de las células cerebrales. Alrededor de un 20% y un 30% de las demencias son de este tipo.

  • Demencia frontotemporal: afecta a la parte delantera del cerebro. Inicialmente, afecta la personalidad y el comportamiento más que la memoria.

  • Demencia con cuerpos de Lewy: similar al Alzheimer porque ambas son causadas por un deterioro de las neuronas del cerebro. En este caso se genera una cantidad anormal de depósitos de proteínas -los cuerpos de Lewy- en los nervios del cerebro. De todos los casos de demencia, alrededor de un 10% son a causa de la demencia con cuerpos de Lewy.

Personalizar y acompañar, dos tareas esenciales

La demencia es una enfermedad que daña cada vez más al cerebro a lo largo del tiempo y que afecta distintamente a cada persona. De ahí, que adquiera especial importancia la atención individualizada. Marta Senan, psicóloga de la residencia Fort Pienc de Barcelona, gestionada por Accent Social, determina que “cada persona tiene un patrón de desarrollo de la demencia, por ello es primordial individualizar las curas y atenciones a sus necesidades y preferencias. Esto lo conseguimos gracias al modelo de Atención Integral Centrada en la Persona que aplicamos en Accent Social, que nos permite disgregar las personas residentes con una misma patología, individualizándolos, y adaptarnos a sus dificultades, pero también a sus gustos e historia de vida; haciendo avaluaciones constantemente y observándolos a diario para poder intervenir cuando sea necesario”.

Por otra parte, también es primordial el acompañamiento. Acompañar a las personas usuarias en cada pequeño cambio de este proceso, pero también a sus familiares es otro punto clave de su cuidado. En este sentido, la psicóloga indica que la demencia es una enfermedad que se desarrolla en etapas, por eso es tan importante que se sientan acompañados en cada una de ellas, entendiendo que es un proceso que requiere cambios constantes. “En psicología, por ejemplo, en los procesos más iniciales o leves, trabajamos desde una visión más global: a nivel cognitivo, de historia de vida, trabajando la reminiscencia; pero en estados más avanzados, ejercitamos más la estimulación sensorial”, detalla.

Proporcionar soporte emocional también es esencial, especialmente en aquellos estadios iniciales o moderados en que las personas residentes son conscientes de su déficit cognitivo y del proceso que empiezan. Asimismo, también es importante hacer psicoeducación con las familias, ya que el desconocimiento sobre la evolución de esta enfermedad puede causar más inquietud, dudas e incomprensión entre los familiares.

“Por esta razón, inicialmente, les proporcionamos información detallada sobre la demencia, y después les ofrecemos acompañamiento emocional para que puedan expresar qué sienten, cómo lo están viviendo y qué piensan, porque al final no deja de ser un duelo que un familiar esté en un proceso de enfermedad neurodegenerativa”, detalla Senan.

Recomendaciones para el cuidado de personas con demencia

La finalidad de todas las intervenciones de los equipos profesionales de Accent Social es mantener y preservar al máximo las capacidades cognitivas, emocionales, conductuales y físicas de las personas usuarias, así como trabajar para que la progresión sea lo más lenta posible cuando la enfermedad empiece a avanzar. Para ello, destacan las siguientes prácticas:

  • Establecer rutinas: es muy importante continuar con las rutinas de la persona con demencia el mayor tiempo posible y si no las tienen, desarrollarlas y seguirlas para hacer su día a día más fácil. Hay que evitar los cambios que puedan afectar a la vida diaria del o la residente. Tener una hora fija para levantarse, desayunar, bañarse, vestirse, hacer actividades, etc. será más reconfortante para la persona con demencia y puede reducir su estrés.

  • Hacer actividades: contar con una planificación diaria de actividades tanto por la mañana como por la tarde también es esencial. Es importante que las personas con demencia tengan tiempo para hacer actividades lúdicas o que les gusten, siempre adaptándolas a sus habilidades actuales y sus intereses pasados. También resulta imprescindible que no pierdan vínculos sociales con familiares y amigos.

  • Estimulación: es fundamental realizar ejercicios que refuercen su memoria y agilidad mental para ralentizar el deterioro cognitivo. Desde una estimulación cognitiva más global en los primeros estadios, trabajando el lenguaje o las praxias; a ejercitar la estimulación multisensorial en estados más avanzados, a través, por ejemplo, del reconocimiento de sonidos, olores y texturas; la estimulación lumínica o la estimulación basal.

  • Hacer ejercicio: se incluye como parte de las terapias no farmacológicas para tratar a personas con demencia, puesto que mejora la circulación sanguínea, disminuye la atrofia cerebral (pérdida de neuronas) y aumenta el volumen del hipocampo (el centro de la memoria), mejora el estado de ánimo, la movilidad, el equilibrio, las defensas y la calidad del sueño. Debe adaptarse a las posibilidades tanto físicas como cognitivas del paciente, así como considerarse parte de la rutina diaria.

Podemos concluir que acompañar a una persona con demencia es un reto complejo que requiere una combinación de conocimiento, paciencia y soporte emocional. Las estrategias nombradas pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. En este sentido es importante recordar que cada persona es única y puede requerir diferentes soportes dependiendo del momento en que se encuentre.