En el marco de la jornada Cuidados familiares y cuidados remunerados a personas mayores, organizada por la Fundación Pilares para la autonomía personal en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se presentó el libro ‘Evolución de los cuidados familiares a las personas mayores en España’.

Este documento recopila los principales resultados de una amplia investigación sobre los cuidados que la Fundación Pilares para la Autonomía Personal llevó a cabo mediante una encuesta de ámbito estatal con 1.541 entrevistas a personas que cuidan de una persona mayor en España y un estudio cualitativo con grupos de discusión y entrevistas en profundidad a familias y profesionales del ámbito de la dependencia.

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Este documento analiza los cambios producidos en todo lo relativo a los cuidados que proporcionan las familias desde 1995 hasta la actualidad

Este estudio también se han analizado los cambios que se han ido produciendo desde 1995 hasta la actualidad en todo lo relativo a los cuidados que proporcionan las familias. Algunas de las características y cambios que se destaca en el libro ‘Evolución de los cuidados familiares a las personas mayores en España’ son:  

  • El hogar como lugar preferido para vivir y recibir cuidados en la vejez: se aspira a que estos se provean combinando los que presta la familia con los que se proveen desde los servicios profesionales. 
  • Se ha comenzado a producir una mayor corresponsabilidad, tanto entre los diferentes miembros de la familia, con presencia no menor de hombres y de miembros de tercera generación (nietas y nietos), como con servicios públicos y privados, derivados del Sistema de Dependencia.
  • Los cuidados se prestan a diario en un 66% de los casos y el tiempo que invierte la familia se estima en una media de 34,3 horas a la semana, a lo que hay que añadir otras 17 horas que se dedican al cuidado por la ayuda externa que se recibe. 
  • Persiste, no obstante, la feminización de los cuidados, al continuar siendo las mujeres las principales cuidadoras, si bien se han reducido los casos de cuidadoras únicas (ahora son el 27% mientras en 1994, el 55% de las personas encuestadas informaron en la investigación del CIS/IMSERSO que su ayuda era la única que recibía la persona mayor).
  • Los hombres se incorporan mayoritariamente al cuidado cuando finalizan su vida laboral, si se encuentran en situación de desempleo o cuando no existe una mujer cercana de la familia. Mujeres y hombres desempeñan diferentes funciones en el cuidado, siendo ellas las que invierten más número de horas y se ocupan de las tareas de mayor intimidad física.
  • El binomio mujer-cuidadora sigue presente, y en él se atribuyen capacidades innatas para el cuidado a las mujeres, que desarrollan este rol en una suerte de don y contradón (economía moral del don), con lo que los mandatos de género, transmitidos a través de la socialización y la enculturación, así como la división sexual del trabajo, siguen vigentes, si bien la tendencia que ya se atisba es a la progresiva desnaturalización de este binomio.  
  • Aunque los cambios sociales en los estilos de vida y la reducción del tamaño de los hogares están favoreciendo el distanciamiento de los antiguos modos de convivencia, persiste un porcentaje relevante (el 41%) de casos en que las personas mayores y sus cuidadoras conviven en el mismo domicilio (25% en casa de la persona cuidadora y un 16% en la de la persona mayor), existiendo un 11,6% de situaciones en que las personas mayores rotan entre los domicilios de los hijos. Algunas de estas cuidadoras son también mayores, lo que subraya una posible situación de riesgo.
  • Las actitudes hacia el cuidado son actualmente más positivas y se detecta un mayor reconocimiento de su valor social y comunitario. Se denota un menor impacto negativo de los cuidados en las diferentes áreas de la calidad de vida de las personas cuidadoras (esfera laboral, salud y relaciones sociales), en comparación con las investigaciones de 1994 y 2004. El mayor impacto negativo que se expresa es el de la disminución de tiempo para sí.
  • Se establece una cuádruple tipología de personas cuidadoras: “satisfechas, plenas, frustradas y atrapadas”, que se deduce de la  combinación de factores motivacionales y morales (valores y creencias, aceptación o rechazo del mandato de género, la calidad del vínculo afectivo, el reconocimiento social…) con variables socioeconómicas y características de la relación de ayuda (nivel de renta, grado de corresponsabilidad, severidad de la dependencia, intensidad en la frecuencia, convivir o no con la persona mayor, edad de ambas, interferencia del cuidado en el proyecto vital…).    
  • La demanda de formación y servicios para el descanso de los cuidados se ha generalizado, produciéndose un vuelco en la percepción de las personas cuidadoras respecto a la convicción de que para cuidar de un familiar mayor no es preciso contar con formación y que cualquiera puede hacerlo bien.

Tabla comparativa del perfil de las personas cuidadoras familiares (2004/2022)

 Cuidadores/as (2004) Cuidadores/as (2022)
SEXO  
Hombre16,435,0
Mujer86,665,0
EDAD  
Menos de 20 años1,22,5
De 20 a 29 años3,612,5
De 30 a 39 años11,918,5
De 40 a 49 años23,822,3
De 50 a 59 años28,723,4
De 60 a 69 años15,99,1
Más de 69 años14,911,7
Edad media52,947,2
ESTADO CIVIL  
Casados/as / con pareja76,270,0
Solteros/as14,823,8
Separados/as / Divorciados/as3,65,2
Viudos/as5,11,0
ESTUDIOS  
Sin estudios+Analfabetismo17,16,8
Primarios4312,9
Estudios secundarios32,644,3
Estudios universitarios732,8
OCUPACIÓN  
OCUPADO/A2672,1
NO OCUPADO/A73,127,9
Jubilado/pensionista20,26,6
En paro habiendo trabajado7,013,0
En paro buscando primer empleo0,30,2
Tareas del hogar44,24,5
Estudiante1,43,6
Fuente: elaboración propia a partir de las encuestas IMSERSO/GFK EMER, 2004 (n=1504) y Fundación Pilares/ GfK,2022 n=1541).



Este estudio de la Fundación Pilares concluye destacando una alineación entre los resultados obtenidos y la creciente convicción, compartida por organizaciones de personas mayores, familiares, la comunidad científica y las Administraciones Públicas, sobre la necesidad de impulsar un ecosistema de cuidados integrados en la comunidad.

Este modelo prioriza la permanencia en el domicilio y la inclusión comunitaria de las personas mayores que requieren apoyos, sin descuidar el fortalecimiento de recursos dirigidos al apoyo de las familias cuidadoras. Es imprescindible reconocer y cuidar a estas familias, cuya contribución sigue siendo insustituible en el ámbito de los cuidados de larga duración. 

Tal y como indica, Pilar Rodríguez Rodríguez, presidente de Fundación Pilares “es necesario conocer de primera mano las situaciones en las que se presta el cuidado y las necesidades y demandas que tienen las personas cuidadoras. Y ese ha sido el objetivo de nuestras investigaciones: que ayuden a la hora de tomar decisiones para que el cuidado sea más reconocido y se incremente la corresponsabilidad que ya se apunta entre hombres y mujeres, entre familia y servicios profesionales”.

Las personas interesadas pueden descargar aquí el libro ‘Evolución de los cuidados familiares a las personas mayores en España’ de Fundación Pilares para la autonomía personal.