El ictus se puede prevenir en hasta el 90% de los casos simplemente incidiendo sobre el estilo de vida y con una correcta vigilancia de factores de riesgo asociados a los accidentes cerebrovasculares, tal y como indican desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM).

Pese a ello, el ictus es una patología que se ha incrementado en los últimos años y afecta cada año a 120.000 españoles, de los cuales aproximadamente la mitad fallecen a causa de ello o quedan con secuelas que pueden ser limitantes para su día a día. Según datos del Ministerio de Sanidad, cada año mueren unas 25.000 personas a causa de un ictus, lo que lo convierte en la segunda causa de muerte más común en España (y la primera en mujeres). Además, el 44% de los pacientes de ictus desarrollarán una discapacidad grave, según la Federación Española de Daño Cerebral (FEDACE).

El ictus no entiende de edades y se dan casos en todas las franjas: desde niños hasta adultos, a pesar de que la incidencia se da, mayoritariamente, a partir de los 65 años. Se calcula que una de cada seis personas sufrirá un ictus en algún momento de su vida.

geriatricarea ictus
Se calcula que una de cada seis personas sufrirá un ictus en algún momento de su vida

Prevención y síntomas del ictus

Como indican desde el CPFCM, para reducir de forma considerable la prevalencia del ictus basta con pequeños cambios en el estilo de vida. En concreto, los expertos recomiendan:

  • Controlar la obesidad y el sobrepeso a través de una alimentación sana y equilibrada
  • Eliminar el sedentarismo, introduciendo actividad física adaptada a las condiciones de cada persona a lo largo de toda su vida
  • Eliminar por completo el consumo de tabaco
  • Descansar y dormir adecuadamente, respetando las ocho horas de sueño al día recomendadas
  • Realizarse periódicamente revisiones médicas enfocadas a diagnosticar y tratar la hipertensión arterial y la diabetes, haciendo, en caso de diagnóstico positivo, los cambios necesarios en el estilo de vida para controlar estas patologías, así como introduciendo el tratamiento farmacológico pautado por el profesional sanitario

La observancia de estos cinco puntos reduce drásticamente la probabilidad de sufrir un ictus a cualquier edad, dado que son los principales factores de riesgo de ámbito común, que además son modificables.

Resulta clave conocer los síntomas del ictus, dado que la velocidad a la que se reciba atención médica contribuirá a reducir las secuelas que pueda sufrir el paciente. Y es que, en caso de ictus, la rapidez en avisar a Emergencias llamando al 112 para tratar al paciente determinará, en parte, el alcance de las lesiones. Se calcula que, por cada 15 minutos que se gana en la atención al paciente, el riesgo de secuelas y mortalidad desciende en hasta un 4% en ambos casos.

Los síntomas de ictus más comunes son:

  • Sufrir un dolor de cabeza de inicio brusco, muy intenso y poco habitual respecto a episodios pasados.
  • Sentir pérdida de fuerza o sensibilidad en extremidades o en una mitad del cuerpo, además de parálisis o dificultad para moverse o andar.
  • Pérdida total o parcial de la visión, en uno o ambos ojos, así como visión borrosa sin otra causa que lo explique.
  • Dificultad para hablar o articular palabras, o bien para comprender a otras personas que te hablan.

El tratamiento neurorrehabilitador es clave

Un correcto tratamiento de fisioterapia personalizado y dirigido por profesionales expertos en accidentes cerebrovasculares y discapacidad sobrevenida puede contribuir a mejorar la movilidad del paciente y a recuperar, en la medida de lo posible, autonomía y calidad de vida, mejorando la movilidad, fuerza, coordinación y equilibrio.

Como señala Patricia Moreno, vicesecretaria general del CPFCM. «un tratamiento neurorrehabilitador resulta clave para la recuperación de los pacientes con ictus, especialmente cuando combina ejercicio terapéutico con apoyo farmacológico». «La combinación de fisioterapia y fármacos, unidos a un mantenimiento de un estilo de vida saludable, contribuye a prevenir la repetición de un ictus, por lo que debe formar parte del enfoque terapéutico en todos los casos en que así esté indicado», apunta Patricia Moreno.

Los tratamientos de fisioterapia para pacientes con ictus buscarán, por un lado, minimizar el deterioro motor y funcional, haciendo énfasis en la recuperación de la fuerza, la resistencia muscular y la movilidad, con el foco puesto en el equilibrio. Después, el objetivo del tratamiento será mejorar las habilidades motoras para incrementar el grado de autonomía del paciente, en paralelo al trabajo que se realizará junto a familiares y cuidadores para que sepan cómo ayudar y atender mejor al paciente.