Un artículo de Grupo Sanyres

Encontrar hobbies o actividades que interesan tanto a los mayores como a los pequeños parece, a priori, difícil en cuanto a que los niños exigen una dedicación y constancia, adaptarse a sus juegos y aplicar mucha imaginación… ¿Pero y si ese fuera precisamente el reto? Adaptar la actitud y las motivaciones a las de los niños.

geriatricarea Sanyres intercambio generacional
Poner en común historias o cuentos supone un ejercicio de memoria en el que se trabajan habilidades comunicativas, discursivas y la creatividad

Gran parte de las terapias o actividades que desde Sanyres proponemos son aplicables a jóvenes y adultos, no sólo ancianos, que deben trabajar su autoestima, sociabilidad y explotar habilidades olvidadas. Pero en esta ocasión nos centraremos en el intercambio generacional, o lo que es lo mismo, interacción entre personas de diferentes edades.

Los abuelos pueden contagiarse de la vitalidad de los nietos y dejarse llevar por su enorme imaginación. Y como resultado de este ejercicios pueden encontrarse cantando y bailando, compartiendo conocimientos populares muy primarios que quizás por sí mismos no se habrían atrevido a practicar o no les habría surgido.
Y esta desinhibición y despreocupación se transforma en una gran fortaleza y motivación, un empuje e inyección de energía que a niveles emocionales tienen un efecto más que positivo. El anciano que es estimulado y motivado de manera constante de enfrentará al deterioro de su cuerpo con una capacidad de resiliencia mucho mayor que aquellos que están aislados.
Resumimos a continuación algunas ideas para la interacción entre niños y mayores, y su cómo contribuyen al envejecimiento activo:

· Poner en común historias o cuentos favoritos que hagan referencia a la familia (padres, abuelos y hermanos) como elemento referente para los niños que además tienen en común con los ancianos. Además de estar evocando y recordando, lo que supone un ejercicio de memoria, se trabajan habilidades comunicativas, discursivas y la creatividad.

· En esta misma línea son muy entretenidos y útiles los juegos populares: parchís, puzles, juegos de cartas, escondite, etc., que se pueden adaptar a los gustos, al tiempo disponible y otros factores.

· Practicar juntos actividades plásticas y manuales como dibujo, pintura. De nuevo se explota la creatividad: lo más habitual es que los adultos estén poco acostumbrados a dejarse llevar por su imaginación, lo que supone un gran freno a nivel intelectual. Este tipo de actividades ayuden a explorar capacidades artísticas y a ejercitar habilidades motoras finas.

· La simple conversación entre niños y adultos suele obtener unos resultados muy positivos. El intercambio de ideas (sorprendentes por parte de los pequeños, en la mayoría de los casos) y los consejos aportados desde la experiencia de los ancianos hacen que el diálogo sobre temas tan triviales como los platos de comida favorita puedan evolucionar hacia la importancia de la educación y el respecto a los mayores, con lo que la figura del mayor se convierte para los niños en un referente.