Publicamos un nuevo artículo sobre nutrición y personas mayores extraído de la Guía de Alimentación para Personas Mayores, editada por el Instituto Danone. En esta ocasión, Samara Palma Milla (Especialista en Endocrinología y Nutrición. Unidad de Nutrición Clínica y Dietética. Hospital Universitario La Paz) y Carmen Gómez Candela (Especialista en Endocrinología y Nutrición. Jefe Unidad de Nutrición Clínica y Dietética. Hospital Universitario La Paz) abordan la relación existente entre la nutrición y las úlceras por presión.
Alimentación y úlceras por presión
Samara Palma Milla y Carmen Gómez Candela

Introducción y características epidemiológicas
Las úlceras por presión (UPP) generan un problema de salud de gran trascendencia sanitaria y con un importante impacto en la calidad de vida de los pacientes.
Se consideran un indicador del nivel de la calidad asistencial, pues traduce el nivel de cuidados que recibe un determinado paciente. Así, a nivel hospitalario, se considera un indicador de calidad una prevalencia de UPP inferior al 8%, y que la mayoría de ellas se diagnostiquen en estadios precoces. Los datos de prevalencia de las UPP, según fuentes nacionales, señalan que afectan predominantemente a los ancianos y con cifras que oscilan entre 6 y el 14% según el tipo de paciente analizado.

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Garantizar un soporte nutricional apropiado acelera la resolución del proceso ulcerativo

Aspectos fisiopatológicos y nutricionales
Existe una relación directa entre malnutrición y la aparición de UPP. Una UPP es una lesión cutánea que aparece como resultado de la existencia de una presión mantenida en el tiempo, sobre la piel y tejidos blandos de una zona concreta del cuerpo, generalmente, sobre una prominencia ósea. Este aumento de presión determina una dificultad para el adecuado riego sanguíneo de la zona, lo que se traduce en isquemia y en el acúmulo de productos tóxicos que, en última instancia, acaban produciendo necrosis y ulceración de la piel y de los tejidos blandos adyacentes.
Las UPP son de etiología múltiple, y podemos identificar los principales siguientes agentes causales:

  1.  Compromiso de la normal vitalidad de la piel: sequedad, fragilidad, deshidratación de la piel o humedad permanente (incontinencia urinaria y fecal).
  2.  Inmovilidad: que puede deberse a muy diferentes causas como paresias o parálisis tras accidente cerebro-vasculares, fracturas, dificultad respiratoria, enfermedades neurológicas, etc.
  3.  La desnutrición: que impacta sobre la capacidad de reparación de la piel; la pérdida de peso asociada determina una disminución del normal grosor de la piel y tejido celular subcutáneo; las estructuras óseas quedan más descubiertas y en la postura de apoyo generan una gran presión sobre aquellas, lo que unido a una menor capacidad de reparación se traduce en la aparición de la lesión de la úlcera por presión.
  4.  Otros: si el paciente tiene una sensibilidad al dolor disminuida, no modificarla la postura que esté desencadenando la aparición de la UPP. La afectación de la vasculatura, por ejemplo, en las vasculitis, favorece la isquemia de los tejidos sometidos a presión.

Las úlceras por presión se clasifican en función de 4 estadios de gravedad:

Estadio I Eritema cutáneo, piel integra. No palidece a la presión externa. Puede presentar diferentes coloraciones.

Estadio II Pérdida parcial del grosor de la piel. Úlcera superficial con aspecto de abrasión, presencia de ampolla.

Estadio III Pérdida total del grosor de la piel, con datos de destrucción y/o pequenas áreas de necrosis. Extensión en profundidad sin afectar a la fascia subyacente.

Estadio IV Pérdida total del grosor de la piel, con destrucción y necrosis extensa de piel, músculo, tendones. Presencia de trayectos sinuosos, fístulas.

Existen cuestionarios específicamente diseñados para evaluar el riesgo de un determinado paciente de desarrollar una úlcera por presión. Las escalas más validadas a este respecto son la de Norton y la de Braden.
Tratamiento nutricional
En primer lugar, decir que la mejor estrategia frente a la aparición de la UPP es la prevención de la misma. Desde el punto de vista nutricional, ello exige una adecuada valoración nutricional para un diagnóstico y tratamiento precoz en caso de que existiese desnutrición en algún grado. A este respecto, guías de práctica clínica, como la de la Sociedad Europea de Nutrición Enteral y Parenteral, recomiendan el uso de suplementos orales ricos en proteínas para la disminución del riesgo de aparición de úlceras por presión.
Una vez que el paciente la ha desarrollado, hemos de dirigir nuestros esfuerzos a garantizar un soporte nutricional apropiado a sus requerimientos calórico-proteicos que permita una mejoría del estado nutricional, así como una pronta resolución del proceso ulcerativo.
Hay una serie de nutrientes que se han relacionado con la cicatrización de las heridas. La arginina es un aminoácido condicionalmente esencial que ha demostrado estimular la cicatrización en animales de experimentación. Ello también se ha corroborado en adultos, por lo que se recomienda la suplementación de este nutriente en pacientes con UPP.
La vitamina A refuerza el contenido de colágeno en la piel, haciéndola más resistente frente a la rotura. El déficit de cinc se ha asociado en diferentes estudios a una peor cicatrización de las heridas, aunque su suplementación solo ha demostrado ser eficaz en pacientes deficitarios con úlceras venosas. El déficit de vitamina C es, probablemente, el ejemplo más claro de la asociación entre el déficit nutricional y la cicatrización tórpida de las heridas.
Existen en el mercado formulaciones de suplementos orales generalmente hiperproteicos e hipercalóricos, enriquecidas en estos nutrientes (arginina, cinc y vitamina C) que podrían ofrecer beneficios adicionales en lo que respecta a la cicatrización y curación de las úlceras.