Ese es el nombre de la iniciativa que recientemente ha llevado a cabo la Fundación Más que Ideas, con el objetivo de dar voz a hombres diagnosticados con un cáncer de próstata y, de este modo, conocer cuáles son sus opiniones, experiencias y percepciones ante el proceso de la enfermedad.
En total, han sido ocho los pacientes que han participado en este proyecto y todos ellos afirman haber tenido dificultades de ámbito sexual a raíz de los tratamientos. Y es que la disfunción eréctil es una de las principales complicaciones que puede surgir como consecuencia de la cirugía, la radioterapia y el tratamiento hormonal en el cáncer de próstata. Además, puede prolongarse en el tiempo y es uno de los factores que más preocupa e inquieta al enfermo afectando a la percepción de masculinidad que el paciente tiene de sí mismo.

Sin embargo, muchos de los participantes destacan que la disfunción eréctil les ha permitido descubrir otro tipo de sexualidad, no centrada en la penetración y que es igualmente placentera. De hecho, uno de ellos comenta lo siguiente: “He encajado la historia de otra manera. Entiendo que hay otra forma de hacer sexo de la que hemos estado haciendo toda la vida”.
Asimismo, la información y el asesoramiento médico para abordar las dificultades de ámbito sexual han ayudado a varios de los participantes a adoptar técnicas que les han permitido desarrollar una vida sexual plena. El uso de prótesis, de medicaciones orales o inyectadas, o de geles intrauretrales son opciones y recursos para facilitar las relaciones sexuales.

Alteraciones urinarias

A diferencia de las alteraciones sexuales, no todos los participantes han tenido incontinencia urinaria a consecuencia de los tratamientos. Pero sí que se destaca, incluso entre quienes no la han tenido, que la incontinencia puede llegar a ser más humillante para la persona que la disfunción eréctil, pudiendo tener repercusiones emocionales y sociales de mayor alcance. “Recuerdo mi primer paseo con el pañal puesto. Al principio me daba miedo salir a la calle y sientes que la gente te va mirando. Piensas que eres objeto de las miradas”, explica uno de los pacientes.

El cáncer de próstata es el segundo más frecuente en nuestro país y el primero entre la población masculina

En este sentido, los participantes resaltan la importancia de acceder a programas de rehabilitación que permiten ejercitar el suelo pélvico, y eliminar o reducir la incontinencia, en algunos casos. Y, a diferencia del abordaje de las dificultades de ámbito sexual, que se considera insuficiente, sí que se cree que existe una mayor implementación de servicios de apoyo frente a la incontinencia.

Dificultades emocionales

Al margen de los efectos o secuelas de los tratamientos, uno de los miedos más recurrentes de quienes padecen cáncer de próstata está ligado al propio seguimiento clínico de su enfermedad. Uno de ellos lo define como “PSA-fobia”, haciendo referencia a la incertidumbre que experimenta la persona ante posibles cambios en los niveles del PSA. Esta circunstancia altera la situación psicológica de la persona, debilitando su estado anímico para afrontar las secuelas de los tratamientos, tal y como sucede con las alteraciones sexuales, en las que la confianza en uno mismo y la autoestima influyen en la respuesta sexual.
Para mantener una situación emocional estable durante el proceso de la enfermedad, los hombres que han participado en el proyecto de la Fundación Más que Ideas creen que resulta útil:

  • Acceder a profesionales de la psicooncología.
  • Permitirse el desahogo emocional, dialogar y compartir las inquietudes. Las organizaciones de pacientes son un recurso muy idóneo para encontrar apoyo y un espacio para el desahogo, aunque no existe ninguna asociación específica para las personas con cáncer de próstata.
  • Mejorar la interacción con el profesional médico.

Abordaje más continuo e integral del cáncer de próstata

La incontinencia urinaria resulta más humillante para la persona que la disfunción eréctil

Por último, todos los entrevistados aseguran que los profesionales que les han tratado en el transcurso de la enfermedad están preparados y formados para el tratamiento del tumor, pero la asistencia que han recibido no contempla un abordaje apropiado y completo de lo que sucede a consecuencia de los tratamientos. “Mi mayor preocupación tuvo que ver con la sexualidad y la incontinencia. No me preocupaba otra cosa. Pero no tuve ninguna orientación especializada ni información sobre ello. Se necesita un mayor abordaje de estas secuelas”, indica uno de los participantes.
Para solucionarlo, proponen incluir a otros profesionales en el equipo asistencial (psicología, enfermería especializada en cáncer de próstata, sexología, etc.) y favorecer el acceso a programas de rehabilitación del suelo pélvico.