/p>>Un artículo de Javier Alaba, Médico en Matia Fundazioa

El pasado año la revista BMJ publicó un artículo donde se mencionan las principales causas de muertes accidentales en Estados Unidos, destacando las sobredosis de medicamentos como la principal causa, por delante de los accidentes de tráfico.
En EEUU se produjeron en el año 2013 unas 44.000 muertes por sobredosis de medicamentos, especialmente por opiáceos, en donde se da la paradoja de que a pesar de disminuir la prescripción de los mismos, el número de sobredosis ha aumentado.

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Establecer medidas para garantizar la seguridad medicamentosa puede prevenir las reacciones adversas y errores de medicación en la población geriátrica

Si tenemos en cuenta que en la población geriátrica los acontecimientos adversos a medicamentos suponen un 10% de los ingresos hospitalarios y de estancias prolongadas, con un 9-14% de mortalidad, siendo el doble de frecuentes en mayores de 65 años, de los cuales pueden ser prevenibles hasta en un 50%, estableciéndose como el error clínico más prevalente, el campo de intervención es amplio. Todo ello tiene un gran impacto socioeconómico y genera una considerable discapacidad prevenible.
Lo más relevante es que por medio de los datos disponibles, se plantea una estrategia de medidas preventivas de muertes accidentales con diferentes resultados y grado de implicación en los distintos estados, retratando la realidad y grado de consecución de medidas establecidas. Así, estados como Nueva York son capaces de cumplir 9 de las 10 disposiciones establecidas, mientras que en Florida sólo alcanzan dos.
Los accidentes de tráfico han disminuido un 25% la última década, suponiendo una reducción de unas 33.000 víctimas potenciales al año; los homicidios en un país con posibilidad de disponer de armas con las consecuencias que ello supone, han disminuido un 42% en las últimas dos décadas a razón de 16.000 víctimas por año, siendo la tasa de homicidios de 5.5 muertes por 100.000 habitantes.
Estos resultados se han logrado gracias a una serie de disposiciones de medidas de seguridad vial (sillas para menores adaptadas, cascos de moto, limitar salidas en coche a partir de cierta hora a los adolescentes), y diferentes leyes que garanticen un control de las armas de fuego, a pesar de las noticias que llenan los medios de comunicación de forma intermitente.
En el caso de los opiáceos se propone un control de los datos de prescripción y monitorización por profesionales sanitarios, identificar posibles puntos de obtención de estupefacientes, así como facilitar a los facultativos la prescripción de antagonistas o ciertos medicamentos de rescate retirando las trabas administrativas presentes.
En el caso de las personas mayores de 65 años las caídas son una causa relevante de muertes accidentales, ya que una tercera parte de las mismas cursa con complicaciones, incrementándose con la edad, que con los cambios demográficos van a ir aumentando proporcionalmente, siendo de gran utilidad los programas de prevención de caídas de forma multidimensional e integral. Así mismo se debe establecer una serie de medidas para garantizar la seguridad medicamentosa (programa «less is more» por ejemplo), que pueda prevenir las reacciones adversas y los errores de medicación en la población geriátrica.
Queda mucho por hacer en la seguridad asistencial, siendo el primer paso el conocimiento de los datos existentes, estableciendo indicadores asistenciales e implementando medidas prevenibles mensurables que sean capaces de disminuir las consecuencias negativas o mejorar la calidad de vida, casi nada.
Michael McCarthy. BMJ 2015;350:h3328