/p>Durante la primavera, y más aún en el verano, las personas mayores deben adaptar sus hábitos alimenticios para adecuarlos a las diferentes condiciones climatológicas y de temperatura, aportando los nutrientes necesarios.
En este artículo los especialistas de Lepant Residencial nos ofrecen las claves para una correcta alimentación de las personas mayores en estas estaciones.
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Con el alza de temperaturas deben consumirse alimentos con menor aporte energético como frutas, verduras y hortalizas

En primer lugar, es clave la ingesta de alimentos con menor aporte energético (frutas, verduras y hortalizas), pero más ricos en vitaminas, sales minerales, fibra, y sobre todo en líquidos (agua). De esta manera, se contribuye a mejorar la hidratación, tan esencial en los mayores especialmente durante la etapa estival para compensar la transpiración corporal; y por último, también se favorece de este modo la diuresis.
Alimentos recomendados
En general, al planificar la dieta de los mayores en estas fechas, se recomienda utilizar los alimentos de temporada e ingerir menos calorías. Esto no significa que se tenga que comer menos sino cambiar algunos alimentos.
Hay que aumentar los alimentos hidratantes y ricos en agua y fibras, que mejorarán el ritmo intestinal. Los alimentos que contienen más agua son las hortalizas (95%), seguidas de las frutas. El yogur, el pescado blanco y los huevos son una apuesta muy nutritiva que complementan muy bien a los alimentos hidratantes como fuente de proteínas, muy necesarias para la masa muscular y la obtención de vitaminas.
Los alimentos que menos agua contienen son los farináceos, las legumbres y el arroz. Sin embargo, no se desaconseja dejar de tomarlos ya que son complementos ideales en la dieta que se han de tomar en cantidades más pequeñas.
Productos frescos y ligeros, ricos en agua y fibra
Las hortalizas y verduras es recomendable tomarlas diariamente en forma de refrescantes ensaladas de tomate, lechuga, pepino, col, coliflor, brócoli, alcachofa, calabacín, berenjena, pimiento, remolacha, zanahoria, acelga, apio, puerro, cebolla, rábano, nabo, judías verdes, brotes de soja y escarola.
Por otro lado, es básico alternar frutas propias de la estación primaveral y estival, ricas en agua, como melón, sandía, fresa, melocotón, albaricoque, ciruela, cereza, uva, kiwi, piña, higo, manzana… Pueden tomarse en forma de macedonias de frutas que estimulan el apetito por su atractivo colorido. Y dentro de los cereales, los más recomendables son los integrales de cebada, maíz, o mijo, ya que no aportan grasas.
Alimentos a evitar
Deben evitarse los alimentos muy calóricos, especialmente los ricos en grasas saturadas como carnes grasas, embutidos, quesos curados y leche entera. Por el contrario, se deben ingerir alimentos ricos en ácidos grasos mono y poli-insaturados como el ácido oleico, presente en el aceite de oliva y los aceites de semillas, los frutos secos oleaginosos y el pescado azul, rico en ácidos grasos omega 3.
Las sopas y pucheros con más contundencia que se preparan durante el otoño e invierno se deben sustituir por preparaciones ligeras, en forma de caldos, sopas y cremas frías, gazpacho, vichyssoise, ajoblanco malagueño, etcétera.
Asimismo, las ensaladas son platos muy recomendados lechugas y verduras de hoja verde, tomate, pepino, zanahoria, cebolla son las hortalizas más recomendadas. Añadir legumbres (lentejas, garbanzos, judías, habas, soja) es una buena apuesta para complementar el plato desde un punto de vista nutricional.
La dieta debe ser controlada en especias, picantes y condimentos. En condiciones normales se debe consumir menos de seis gramos al día de sal, pese a las pérdidas que se producen por el sudor.
Por otro lado, en verano aumenta el riesgo de intoxicaciones alimentarias, por lo que la higiene es esencial. Se deben consumir alimentos seguros, bien conservados, envasados o cocinados, utilizar huevo pasteurizado, tener cuidado con las salsas, mahonesas y tomar agua embotellada.
Hidratación
Aunque no se tenga sed es recomendable la ingesta de un mínimo de 8 vasos de agua para mantener el balance hídrico, a temperatura ambiente nunca fría, ya que los cambios bruscos de temperatura en el organismo pueden sentar mal a las personas de la tercera edad.
A veces ocurre que los mayores no están acostumbrados a beber agua, en ese caso pueden sustituirla por infusiones o zumos naturales. No se recomienda consumir alcohol, y solamente aquellas personas en las que no esté contraindicado, podrán tomar una copa de vino en la comida y en la cena, así como una cerveza sin alcohol.