Para la mayoría de las personas el verano es sinónimo de vacaciones, el mejor momento para descansar y aprovechar para hacer todo aquello que la rutina diaria no les permite: viajar, ver a amigos y familiares más a menudo, ir a restaurantes, al cine, de compras, hacer visitas culturales… Poder desconectar es cada vez más necesario para dejar de lado el estrés y recargar energías.
Pero, tal y como señalan desde la Fundación Pasqual Maragall, hay de las personas que tienen un “trabajo” sin días de vacaciones, como los cuidadores de personas con Alzheimer, sus parejas, hermanos o hijos, que se ven obligados a atender a las necesidades de una enfermedad que requiere una atención casi exclusiva.
No obstante, este hecho no invalida que, como el resto de las personas, los cuidadores y también los enfermos puedan disfrutar de unos días de descanso y desconexión con beneficios para ambos si se siguen una serie de recomendaciones, afirma la Dra. Nina Gramunt, neuropsicóloga de la Fundación estrechamente implicada en la edición del blog Hablemos del Alzheimer.
“En la fase leve, los viajes o los cambios temporales de entorno no suelen representar un problema, siempre que planifiquemos y gestionemos las vacaciones adecuadamente. Con el avance de la enfermedad, viajar puede comportar más trasiego que beneficios, pero, con las precauciones adecuadas y según las particularidades de cada caso, se podrán valorar posibilidades para poder disfrutar de unos días diferentes. El verano ofrece diversas opciones que podemos convertir en oportunidades, garantizando el bienestar de la persona enferma y facilitando que el cuidador pueda descansar y tener su propio tiempo de ocio”, explica la Dra. Gramunt.
Y para ello, desde la Fundación Pasqual Maragall se ofrecen estos 10 consejos para que la enfermedad de Alzheimer no impida disfrutar de unas buenas vacaciones:
- Ante la duda, mejor consultar a los profesionales
Al margen de los consejos que se presentarán a continuación, cada caso concreto puede requerir unas recomendaciones específicas. Por ello, pese a disponer de estas herramientas, es importante consultar con el médico especialista o con otro profesional de referencia (por ejemplo, del centro de día al que asiste), la idoneidad de realizar el viaje o experimentar grandes cambios si se tienen dudas ante la situación actual de la persona afectada.
- Guardar dosis extras de paciencia en la maleta
La realidad de la persona con Alzheimer y de su cuidador no varía por el hecho de que sea verano o tiempo de vacaciones. No obstante, con el objetivo de procurar el máximo bienestar tanto de uno como de otro, durante las vacaciones, más que nunca, se deben evitar los enfrentamientos.
Los expertos aseguran que, aunque la persona no pueda recordar los detalles de la discusión que ha tenido hace un rato con su cuidador (o con cualquier otra persona) sí que puede sentir las emociones negativas que haya experimentado, pudiéndose sentir intranquilo cuando parezca que todo ha pasado. Por ello, se recomienda intentar colmarse de paciencia, ser empáticos con su posible confusión y no enfadarse para evitar esta carga negativa de emociones.
- Las rutinas, nuestras mejores aliadas
A pesar de la relajación de los horarios de verano, es importante que algunos hábitos se mantengan, como por ejemplo los horarios de las comidas o las horas de sueño, ya que contribuyen a facilitar el proceso de adaptación al nuevo entorno.
- Evitar un exceso de compromisos sociales y de cambio de entorno
Aunque las vacaciones de verano inviten a una actividad social más intensa, no es recomendable tener la agenda llena de compromisos. Los cambios frecuentes de entorno y de compañías pueden aumentar la confusión de la persona con Alzheimer.
Si se decide que la persona con Alzheimer pase las vacaciones en periodos divididos entre diferentes familiares, es aconsejable procurar minimizar la frecuencia de cambios. Por ejemplo, es preferible que pase dos semanas seguidas a casa de un hijo y las dos siguientes en casa del otro en vez de alternar una semana en cada casa.
- Facilitar el proceso de adaptación de la persona afectada al nuevo entorno
Un cambio de entorno puede ser complicado para una persona con Alzheimer y puede provocar que se sienta desorientada ante un cambio de casa o de habitación.
Particularmente los primeros días, es aconsejable pensar en como podemos facilitar la adaptación, para lo que suelen ser de gran ayuda acciones tan sencillas como mantener algunas luces encendidas para evitar accidentes si la persona se encuentra desorientada o llevarse al nuevo espacio un objeto familiar o cualquier otro elemento que forme parte de su entorno más cotidiano, como por ejemplo una fotografía que está siempre en el mueble del comedor de su domicilio, el cojín con el que suele dormir al mediodía en el sofá o una manta que utilice a menudo.
Además, hay que pensar que, en un entorno no habitual, la persona con Alzheimer puede desorientarse con más facilidad, por eso es recomendable proporcionarle algún elemento de identificación, como una pulsera o una medalla donde se indique su nombre y un teléfono de contacto, o bien recurrir a dispositivos electrónicos con GPS que puedan indicar su ubicación en caso de que sea necesario.
- El entorno también tendrá que adaptarse a la persona con Alzheimer
En el caso de que la logística familiar requiera que la persona con Alzheimer pase alguna temporada en casa de algún familiar con quien no convive habitualmente, se tendrá que intentar asegurar que las personas que lo acogen conozcan las costumbres y rutinas básicas de su día a día y las intenten mantener.
Además, para intentar evitar situaciones comprometidas y asegurarse de que la persona pueda sentirse tranquila y bien acogida, se debe advertir a aquellas personas con las que vamos a encontrarnos o, si es el caso, con el personal del Hotel o del Apartamento donde pasaremos unos días para que conozcan la situación y puedan hacer más fácil su estancia.
- Vacaciones, también para el cuidador
Todo el mundo tiene derecho a descansar, relajarse y recargar energías durante unas semanas al año y el cuidador no es ninguna excepción. Con un horario de 24 horas al día durante 7 días a la semana, atender a una persona con Alzheimer a menudo provoca que la persona cuidadora deje de lado su propia salud emocional y física, con el peligro de que caiga en el aislamiento social.
El verano puede ser un buen momento para facilitar que el cuidador pueda descansar y desconectar: cambiar de entorno, salir a tomar una café, nadar, hacer un poco de ejercicio… pero para ello es necesario pedir ayuda y movilizar a familiares y amigos para garantizar entre todos que la atención de la persona con Alzheimer quede cubierta y el cuidador pueda relajarse.
- La buena comunicación familiar, fundamental
Con el objetivo común de conseguir que tanto la persona afectada como su cuidador puedan pasar un verano lo más agradable posible y que, a la vez, ello repercuta positivamente en su bienestar, una buena comunicación con la familia es fundamental para llegar a acuerdos que liberen un poco al cuidador principal de la atención hacia la persona con Alzheimer.
En este sentido, el cuidador también ha de reconocer y ejercer su derecho a expresar abiertamente a las personas de su entorno tanto las necesidades de la persona enferma como las propias, para así hallar soluciones de corresponsabilidad que sean beneficiosas para todas las partes.
- Ayudar a la persona con Alzheimer a combatir el calor
Cualquier persona (y, particularmente, niños y personas mayores) debe protegerse de las altas temperaturas y tratar de contrarrestarlas. Las personas con Alzheimer pueden ser especialmente vulnerables porque, por su alteración cognitiva, pueden no interpretar adecuadamente las señales de su cuerpo, como por ejemplo las sensaciones de frío o de calor.
Asimismo, futo de la desorientación, quizá no escogen la ropa más adecuada al clima, por lo que conviene supervisar la elección o facilitarle ropa adecuada. Es necesario, pues, prestar especial atención a las recomendaciones habituales ante las altas temperaturas para evitar complicaciones derivadas del calor. Es muy importante procurar que la persona esté bien hidratada (bebiendo agua a menudo, tomando fruta, tratando posibles diarreas…).
Otros consejos que facilitaran su bienestar en los días calurosos son: evitar la exposición directa al Sol (particularmente en las horas centrales del día), usar una gorra o sombrero o procurar una temperatura fresca y agradable en los espacios interiores.
- Disfrutar de las vacaciones, pese a las circunstancias, es posible
Está claro que por el hecho de tener a un ser querido con la enfermedad de Alzheimer puede conllevar que las vacaciones con él no puedan ser como seguramente desearíamos.
Esto, sin embargo, no quiere decir que no haya formas para poder desconectar de la rutina cotidiana, de descansar, de que el cuidador principal disfrute de un tiempo para atender especialmente sus propias necesidades de relajación y cuidado personal y, en definitiva, para procurar que estos días comporten beneficios tanto en la persona afectada como para sus familiares.