Un artículo de la Dra. Miren Niño
Médico en Igurco Servicios Sociosanitarios – Grupo IMQ

El delirium o síndrome confusional agudo (SCA) es uno de los trastornos cognitivos más importantes en el anciano. Entre el 20 y el 40 por ciento de los pacientes mayores hospitalizados lo presenta en algún momento, especialmente, los que son atendidos en las unidades de cuidados intensivos. También destaca su incidencia en personas que viven en residencias. Su prevalencia aumenta con la edad, siendo muy frecuente en personas mayores de 75 u 80 años. 

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El delirium se caracteriza por la alteración del nivel de consciencia, de la atención y de las funciones cognitivas

Se trata de un síndrome de causa o causas orgánicas, que se caracteriza por una alteración del nivel de consciencia, de la atención y de las funciones cognitivas (memoria, orientación, pensamiento, lenguaje o percepción). Se puede manifestar bien de forma hiperactiva (agitación, agresividad, alucinaciones…) o de forma hipoactiva (enlentecimiento, somnolencia, apatía…).
Tiene un comienzo agudo, siendo más habitual durante la noche. Tiende a fluctuar durante el día y puede durar varios días. Suele desarrollarse en lugares con escaso estímulo ambiental y que resultan desconocidos para el paciente. Estas alteraciones de la percepción pueden hacer que el paciente malinterprete la realidad, tenga ilusiones o alucinaciones, pudiendo esto condicionar su comportamiento y expresar miedo o agresividad ante estímulos externos.
Se desconoce con exactitud los mecanismos fisiopatológicos neuronales implicados, produciéndose por múltiples causas orgánicas que manifiestan un cuadro clínico común. Entre los factores predisponentes se pueden citar el envejecimiento cerebral, patologías del cerebro, la hospitalización o el aislamiento. En cuanto a los factores precipitantes, se pueden apuntar las infecciones respiratorias y urinarias, alteraciones metabólicas, algunos fármacos, ictus, etc.
En definitiva, el SCA puede considerarse como un cuadro multifactorial que resulta de la interacción entre la susceptibilidad del paciente, ciertas características suyas que le hacen más vulnerable al desarrollo de delirium y factores externos (causas orgánicas, fármacos o factores ambientales).

Diagnóstico

Ante la sospecha de delirium, se identificarán los criterios de diagnóstico según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM IV; se hará un diagnóstico diferencial con la demencia (ésta tiene curso progresivo), la depresión, ansiedad, lesiones cerebrales, y trastornos psiquiátricos. Posteriormente, se realizará una anamnesis junto con un familiar o personal conocedor de su situación basal, historia clínica previa, y tratamiento farmacológico, así como una exploración física, y los exámenes complementarios necesarios para identificar la causa (análisis de sangre y orina, etc.).

Pronóstico

El pronóstico es muy variable, dependiendo de la causa que haya determinado el SCA y de la situación general previa del paciente.

Tratamiento

Debe ser rápido y se debe tratar la causa siempre que sea posible, además de los síntomas. Entre los cuidados de soporte se pueden enunciar la vigilancia día y noche, en presencia de familiares o cuidadores conocidos; evitar el ruido en exceso, así como los cambios de habitación o del personal; mantener una buena iluminación, estimular la memoria y valerse de sus prótesis auditivas y gafas para mejorar la percepción del entorno.
Los cuidados de enfermería se orientan a asegurar una adecuada hidratación, nutrición y pronta movilización, así como a evitar restricciones físicas en la media de lo posible, la impactación fecal y las zonas de presión que puedan dañar la piel.
El tratamiento de los síntomas se ha de mantener hasta ser efectivo el tratamiento etiológico: los fármacos que han evidenciado tener mayor efectividad en el tratamiento sintomático del SCA son los neurolépticos, pero hay que sopesar sus efectos secundarios.