Un artículo de Carlos Martín Lorenzo, Geriatra
Director Médico del Centro Sociosanitario Hermanas Hospitalarias de Palencia
El deterioro cognitivo consiste en la alteración de las funciones mentales superiores más genuinamente humanas, cuya progresión desemboca en el síndrome de demencia. El tipo más frecuente de demencia es la degenerativa, especialmente la Enfermedad de Alzheimer, seguida de la demencia vascular y mixta. Actualmente la supervivencia media se cifra en 8-12 años.
La demencia es una enfermedad cuya prevalencia aumenta con la edad, de carácter crónico e invalidante, finalmente mortal, con un curso complejo, gran variabilidad interindividual y con un gran número de complicaciones a lo largo de su evolución. Tiene una importante repercusión familiar, especialmente sobre el cuidador principal, y social debido al importante consumo de recursos sociosanitarios específicos para su atención.
La demencia se puede definir como la pérdida de facultades intelectivas (deterioro cognitivo) de la suficiente intensidad como para determinar una desadaptación social en relación al funcionamiento previo del paciente. Se trata de un síndrome global adquirido, persistente en el tiempo y que cursa con un nivel de conciencia normal. El síndrome de demencia se desarrolla fundamentalmente en tres esferas: cognitiva, conductual y física.
- En la esfera cognitiva, el síntoma más precoz suele ser la afectación de la memoria, especialmente la memoria reciente y a corto plazo, con relativa preservación de la memoria a largo plazo. A esto se une la incapacidad para aprender nuevos datos, por lo que tienen un rechazo a enfrentarse a situaciones desconocidas.
- La desorientación inicialmente es temporal, para posteriormente hacerse espacial, con grave riesgo de pérdida; en las últimas fases de la enfermedad se pierde la orientación referente a la propia persona.
- La afasia propia de la demencia se manifiesta como una progresiva incapacidad para comprender y hacerse entender, con un empobrecimiento del lenguaje parejo a la progresión de la enfermedad.
- La apraxia se manifiesta como una dificultad para realizar movimientos de una forma fina y coordinada, aunque la capacidad para realizar el movimiento esté intacta; como ejemplo, en la fase inicial tenemos el deterioro de la escritura y al final de la enfermedad se aprecia una acinesia motora.
- La agnosia supone la pérdida de la capacidad de reconocimiento de objetos comunes y personas conocidas, a pesar de estar indemnes los órganos de los sentidos.
- La dificultad para el funcionamiento intelectual se manifiesta también como la pérdida de la capacidad de cálculo, del pensamiento abstracto, juicio crítico y capacidad de planificación.
Toda esta sintomatología se puede clasificar en diferentes grados en función de la capacidad del enfermo para la vida independiente doméstica (leve), si precisa cierta supervisión (moderado) o requiere supervisión continua (severo).
Los candidatos al estudio del deterioro cognitivo serían aquellas personas que se quejan de alteraciones en la memoria, personas mayores en las que existan problemas de incompetencia, personas ansiosas o depresivas con quejas cognitivas y, en general, todas aquellas personas en las que su familia o cuidador sospecha deterioro cognitivo, aunque estas no se quejen. Se debe realizar un seguimiento en consulta programada cada 6 meses a personas con cambios evidentes en la esfera cognitiva, personas mayores con problemas psiquiátricos o en aquellas familias con un riesgo elevado de padecer demencia.
Una vez que tenemos una sospecha clínica de la existencia de deterioro cognitivo, los objetivos del estudio serían el verificar la progresión a demencia, buscar causas tratables y diagnosticar posibles enfermedades asociadas. En personas que han desarrollado demencia, podemos realizar un seguimiento que permita documentar el declinar cognitivo, identificar las capacidades preservadas que se puedan potenciar y prevenir factores de desadaptación social y familiar.