Publicamos un nuevo artículo sobre nutrición y personas mayores extraído de la Guía de Alimentación para Personas Mayores, editada por el Instituto Danone. En esta ocasión, las Dietistas-Nutricionistas Laura Padró Massaguer y Pilar Cervera Ral nos ofrecen una serie de comendaciones alimentarias para prevenir o paliar patologías habituales en las personas mayores
La alimentación como prevención y como tratamiento
Laura Padró Massaguer y Pilar Cervera Ral

La necesidad de nutrirse se considera como una de las necesidades básicas para la supervivencia; cubrir esta necesidad mediante una alimentación equilibrada ayuda a mantener un buen nivel de salud.
Un estado nutricional óptimo se relaciona positivamente con la respuesta del organismo a una eventual agresión. Este aspecto tiene especial importancia cuando se trata de personas mayores donde a los cambios producidos por el propio envejecimiento se unen los cambios del núcleo familiar, las modificaciones del rol social, los económicos, las discapacidades y/o las enfermedades.
La suma de los cambios fisiológicos propios del proceso del envejecimiento y los producidos en el entorno pueden comportan riesgo de malnutrición para este grupo de edad.
A continuación se exponen unas recomendaciones sobre alimentación para prevenir o tratar algunos de los trastornos y patologías más habituales en personas de edad avanzada.

Sobrepeso/obesidad

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En la edad avanzada se recomienda una pérdida de peso lenta y moderada

En la edad avanzada se recomienda una pérdida de peso lenta y moderada, procurando que esta no exceda el 10% del peso para evitar pérdida de masa muscular.
Se aconseja que las pautas no sean muy bajas en energía para evitar carencias nutricionales, pudiendo basarse en la recomendación de endulzar con edulcorantes acalóricos en sustitución del azúcar o la miel, en preferir cocciones con poca adición de grasa, consumir raciones más pequeñas, minimizar el consumo de alimentos o bebidas dulces y alcohol, más que en medidas restrictivas severas.

Diabetes

El régimen en la diabetes tipo 2 se basa en una alimentación equilibrada y variada; con indicaciones más cualitativas que cuantitativas, se propone fraccionar las comidas y se recomienda algún tipo de ejercicio físico. En los casos con sobrepeso suele ser beneficiosa una pérdida ponderal moderada.
Las pautas para perder peso no deberían de ser excesivamente hipocalóricas para evitar comprometer el estado nutricional de las personas de edad avanzada.
A los pacientes con normo peso la pauta propuesta debe de ser normocalórica, normoprotéica y normoglucídica, con la indicación de reducir los azúcares de absorción rápida en provecho de los hidratos de carbono complejos, también se aconseja el aporte de fibras alimentarias. Los alimentos azucarados se consideran de consumo ocasional y preferentemente dentro de una comida o en combinación con alimentos más complejos.
En los casos en que se precisa tratamiento con antidiabéticos orales, la pauta alimentaria es la misma que la expuesta anteriormente, con indicaciones de mantener el aporte recomendado de alimentos glucídicos y de vigilar a menudo los niveles de glucosa. Solo en el caso de tratamiento con insulina se harán propuestas de fraccionamiento concretas y se explicará al paciente la relación entre ejercicio físico, gasto energético y nivel de glucosa para evitar posibles hipoglucemias, debido al aumento esporádico del ejercicio. No está justificado promocionar alimentos especiales a estos pacientes.

Dislipemias

Es recomendable seguir una alimentación con contenido moderado en ácidos grasos saturados y colesterol como prevención desde edades anteriores, junto con un uso moderado de sal y el mantenimiento del ejercicio físico.

Hipertensión

La hipertensión es otra de las alteraciones frecuentes de las personas que han sobrepasado los 60 años. En estos casos, la propuesta debe basarse en una ligera disminución en el consumo de sal como condimento y de los alimentos con mayor contenido en este mineral. La restricción se sodio recomendada será moderada para evitar la aparición de anorexia entre otras posibles consecuencias.

Osteoporosis

Las medidas que se recomiendan para la prevención de esta enfermedad son las de mantener o practicar algún tipo de ejercicio físico, cubrir las necesidades en vitamina D mediante la alimentación y también la exposición a los rayos solares, hacer un aporte suficiente en proteínas y en calcio. Los alimentos que nos aportan una buena cantidad de calcio y, además, de muy buena biodisponibilidad son los lácteos. La recomendación considera que se deberían consumir entre tres y cuatro raciones por día de los alimentos que componen este grupo.
Dada la dificultad para cubrir la ingesta recomendada en vitamina D, en algunos casos puede ser recomendable la suplementación farmacológica.

Trastornos digestivos: Estreñimiento/Diarreas

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Un estado nutricional óptimo se relaciona positivamente con la respuesta del organismo a una eventual agresión

La disminución del peristaltismo intestinal que se produce de manera fisiológica con el paso de los años hace que les personas mayores sean más vulnerables a padecer estreñimiento. Con la edad también disminuye la fuerza de contracción del ano y la sensibilidad del recto. Si a todo ello se añade la reducción de la actividad física, una alimentación baja en fibra y un aporte escaso de agua, se favorece más el cuadro.
No es aconsejable recurrir al uso de laxantes de manera indiscriminada, ya que muchos de ellos tienen un efecto irritante del intestino con consecuencias negativas como puede ser la dificultad para absorber algunos nutrientes.
Otro trastorno frecuente en las personas mayores es la diarrea –aguda o crónica– que puede tener su origen en multitud de causas y factores. Siempre es conveniente tener muy en cuenta la hidratación y medidas dietéticas astringentes. Tanto para un caso como para el otro, siempre son buenas unas recomendaciones alimentarias específicas acompañadas de buenos hábitos higiénicos que pueden mejorar y dar confort a la vida diaria.

Sarcopenia

La pérdida de la masa muscular se puede prevenir con la práctica del ejercicio físico y un aporte de proteínas de 1,2 g/kg de peso/día. La recomendación es la de consumir dos raciones por día de alimentos del grupo carne/pescado/huevos, además de los lácteos y de las proteínas que contienen los cereales y las legumbres. Para las personas vegetarianas, deben hacerse las complementaciones y equivalencias oportunas.

Desnutrición/ingestas bajas

Para prevenir la desnutrición se aconseja hacer periódicos test de cribaje, de los que existen algunos de ellos muy sencillos y fáciles de llevar a cabo. La pérdida no deseada de peso es también un signo de alarma Frente a una evaluación nutricional no satisfactoria o frente a una pérdida de peso involuntaria es necesario detectar la o las deficiencias específicas mediante un registro alimentario o un cuestionario de frecuencia de consumo, para poder posteriormente programar la intervención oportuna.
El enriquecimiento de las recetas culinarias mediante alimentos complementarios debe de ser la primera opción y es útil en la mayoría de los casos, también puede recurrirse a la suplementación entre comidas siempre que no impida el consumo de los alimentos de las comidas principales.
Solamente cuando los alimentos resultan insuficientes debe recurrirse a otros productos nutritivos, respetando la vía oral y solo cuando esta se hace inviable se utiliza la alimentación por sonda con preparados específicos. La alimentación por vía parenteral debe de reservase para los casos en que el sistema digestivo sea inviable.

Disminuciones/Demencias

Las pautas alimenticias propuestas deben promocionar el acto alimentario y la autoalimentación si esta es posible. Deben adecuarse las texturas a las posibilidades individuales sin olvidar el cumplimiento de las normas de la alimentación saludable y suficiente, ni olvidar el placer del paladar.
La presentación, color y temperatura de los alimentos así como el ambiente donde se desarrolla el acto alimentario tiene que ver con su consumo, siendo este mayor cuando las condiciones son óptimas.
Es importante revisar los aportes energéticos, minerales y de vitaminas en los pacientes con demencias. También se aconseja vigilar la alimentación del cuidador cuando el paciente vive en su domicilio, puesto que la atención de estos pacientes suele ser estresante y a menudo de descubre que el cuidador descuida su alimentación con el consiguiente deterioro de su salud.
En cualquiera de los casos, es importante incluir al paciente o a su cuidador en el tratamiento nutricional mediante un pacto de mejora del consumo de alimentos para conseguir un mayor cumplimiento de los consejos dietéticos.

Disfagia

Este trastorno que afecta la deglución, tanto se puede dar asociado a desnutrición como por motivos neurológicos o relacionados con situaciones de demencia y disminuciones.
Estas recomendaciones se acompañan de fichas esquemáticas de cada una de ellas, donde se incluyen los objetivos, la pauta dietética, comentarios prácticos entorno a la alimentación en cada situación concreta y algunos ejemplos de pauta alimentaria. Pueden consultarse en la Guía de Alimentación para Personas Mayores del Instituto Danone.