Las primeras etapas de la degeneración cerebral asociada con la Enfermedad de Alzheimer están relacionadas con los síntomas neuropsiquiátricos, como ansiedad, depresión, pérdida de apetito y trastornos del sueño, tal y como expone en un reciente estudio investigadores de la University of California San Francisco (EEUU) y de la Universidad de São Paulo (Brasil).

Estos hallazgos, publicados en la edición impresa del Journal of Alzheimer’s Disease, podrían llevar a un diagnóstico más temprano de la enfermedad y demostrar ser un biomarcador valioso en el desarrollo de terapias para reducir la progresión de esta enfermedad neurodegenerativa, además de tener implicaciones más amplias para entender la base biológica de los síntomas psiquiátricos en adultos mayores.
Aunque comúnmente asociada con la pérdida de memoria y la demencia, la Enfermedad de Alzheimer es en realidad una condición neurodegenerativa progresiva que puede originarse décadas antes de que ocurran estos síntomas cognitivos clásicos, por lo que es esencial desarrollar tratamientos que puedan administrarse en las etapas más tempranas de la enfermedad para proteger el tejido cerebral de una mayor pérdida y retardar o prevenir el desarrollo eventual de la demencia. Y para ello es fundamental una mejor comprensión de la biología que impulsa las primeras etapas de la enfermedad.

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Enredo neurofibrilar en tronco cerebral. Imagen: Grinberg Lab / UCSF

 
Muchos estudios han identificado correlaciones entre los síntomas neuropsiquiátricos como la depresión, la ansiedad y los trastornos del sueño y un diagnóstico de Alzheimer eventual, y algunos incluso han propuesto que estos síntomas podrían usarse como biomarcadores para la enfermedad en sus etapas más tempranas. Algunas investigaciones han propuesto que la depresión y otras afecciones psiquiátricas, o incluso los medicamentos utilizados para tratarlas, podrían ser factores desencadenantes que conduzcan al inicio de la demencia décadas más tarde, al igual que las convulsiones ocasionales pueden contribuir al desarrollo de la epilepsia crónica.
Ahora, este estudio de la University of California San Francisco ha demostrado que los síntomas psiquiátricos están estrechamente relacionados con las etapas más tempranas de la patología cerebral del Alzheimer y sugiere que las condiciones o tratamientos neuropsiquiátricos no causan la enfermedad de Alzheimer, pero podrían ser los primeros signos de advertencia de la enfermedad.

«El descubrimiento de que la base biológica de estos síntomas es la patología temprana de la enfermedad de Alzheimer en sí fue bastante sorprendente», asegura of Lea Grinberg, del UCSF Weill Institute for Neurosciences’ Memory and Aging Center. Ello «sugiere que estas personas con síntomas neuropsiquiátricos no tienen riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, ya la tienen».
La mayoría de los estudios cerebrales postmortem de pacientes con Alzheimer usan «muestras de conveniencia» relativamente pequeñas de personas mayores que ya muestran signos de pérdida de memoria o demencia. Debido a que múltiples patologías cerebrales pueden acumularse con la edad, puede ser difícil vincular estrechamente los síntomas específicos relacionados con la Enfermedad de Alzheimer con las anomalías cerebrales detectadas en estas muestras. Sin embargo, gracias a la colaboración del Brazilian Biobank for Aging Studies (BBAS) , el equipo de Grinberg pudo seleccionar cerebros de individuos más jóvenes y sanos.
Así, en este nuevo estudio, el autor principal Alex Ehrenberg, investigador en neuropatología en el laboratorio de Grinberg, trabajó en colaboración con Claudia Suemoto y otros colegas de la Universidad de São Paulo para estudiar 455 cerebros sin signos de degeneración o patologías relacionadas con el Alzheimer utilizando escalas estándar de progresión de la enfermedad en función de los enredos neurofibrilares y la acumulación de placas de beta-amiloide.
Luego se emplearon algoritmos estadísticos para probar la relación entre la etapa de Enfermedad de Alzheimer y los cambios en el estado cognitivo y emocional del donante del cerebro antes de su muerte, en base a entrevistas con informantes, fundamentalmente familiares y cuidadores, que habían estado en contacto al menos semanalmente con el fallecido en los seis meses anteriores a su muerte.
El análisis de los resultados reveló que los individuos cuyo tronco cerebral mostraba las etapas más tempranas de enredos neurofibrilares pero carecían de cambios en la memoria, los familiares y cuidadores informaron un aumento en las tasas de uno o más síntomas neuropsiquiátricos, incluyendo agitación, ansiedad, cambios en el apetito, depresión y alteraciones del sueño, pero carecía de problemas de memoria notables.
La siguiente etapa de la enfermedad, cuando la acumulación de enredos neurofibrilares aumentó en el tronco cerebral y comenzó a extenderse a otras regiones del cerebro, se asoció con mayores probabilidades de agitación, mientras que solo en etapas posteriores, cuando la acumulación comenzó a alcanzar la corteza externa del cerebro, los individuos comienzan a mostrar signos de los delirios de tipo demencia y el deterioro cognitivo y de la memoria típicamente asociado con la Enfermedad de Alzheimer.
A juicio de los investigadores es revelador que no se encontrase una relación entre la acumulación de placas de beta-amiloide y estos síntomas neuropsiquiátricos. Los investigadores han debatido durante mucho tiempo si las placas de beta-amiloide o los nudos de enredos neurofibrilares, compuestos por grupos de proteína tau, desempeñan un papel anterior o más central en la conducción de la neurodegeneración en la enfermedad de Alzheimer. Los investigadores de la Universidad de California en San Francisco creen que los nuevos hallazgos agregan apoyo adicional para centrarse en desarrollar tratamientos dirigidos a tau en particular, dados los resultados decepcionantes de muchos ensayos recientes de terapias para el alzheimer dirigidas a las placas de beta-amiloide.
«Estos resultados podrían tener implicaciones importantes para los ensayos de medicamentos contra el Alzheimer que se centran en los cambios degenerativos tempranos, donde las personas han estado buscando resultados clínicos manejables, además del deterioro cognitivo temprano», afirma Lea Grinberg, quien destaca que los hallazgos también serán valiosos a medida que las nuevas tecnologías estén disponibles para detectar etapas tempranas de la patología de Alzheimer en pacientes vivos, como biopsias de sangre o imágenes cerebrales por TEP de tau, para ayudar a la implementación de estos nuevos biomarcadores en la práctica clínica.
Para Grinberg, el descubrimiento de que los síntomas psiquiátricos, como la depresión o la alteración del sueño en adultos mayores, pueden estar relacionados con un fenómeno biológico específico, a saber, la acumulación de proteína tau en los nudos neurofibrilares del tronco cerebral, es tan relevante como las implicaciones para la enfermedad de Alzheimer en sí.
«Debido a que generalmente no conocemos la base biológica para la mayoría de las afecciones psiquiátricas, no podemos hacer lo que hacemos para otras enfermedades como la diabetes o el cáncer; no podemos decir: ‘Usted tiene depresión o problemas para dormir debido a esta enfermedad en tu cerebro, así que veamos si podemos tratar esa enfermedad», comenta Grinberg, concluyendo que «si pudiéramos usar este nuevo conocimiento para encontrar una manera de reducir la carga de estas condiciones en los adultos mayores, sería un gran paso adelante«.
Los interesados pueden acceder a este estiudio aquí.