/p>Grupo Amavir y la ONG Adopta un Abuelo han suscrito un convenio por el por el que los voluntarios de esta entidad realizarán labores de acompañamiento con las personas mayores que viven en las residencias de Amavir.
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La directora general de Amavir, Lourdes Rivera, y Alberto Cabanes, presidente y fundador de “Adopta un Abuelo”, han firmado este acuerdo

 
Adopta un Abuelo, con quien Amavir ya había trabajado anteriormente en algún proyecto piloto, es un programa intergeneracional de compañía para la tercera edad que nace con el objetivo de que los mayores se sientan escuchados, acompañados y queridos. Estas visitas, en las que los jóvenes voluntarios aprenden valores y experiencias, son un estímulo externo que reduce los índices de depresión en las personas mayores y aumenta su autoestima, a la vez que fomenta un intercambio de experiencias entre dos generaciones. esta iniciativa fue reconocida el pasado año en los  Premios al Voluntariado Universitario, que otorga la Fundación Mutua Madrileña.
El fomento de los encuentros intergeneracionales en sus residencias es una de las señas de identidad de Amavir, que viene constantando los múltiples beneficios que reportan a las personas mayores, tanto a nivel cognitivo como psicológico y afectivo-social. Tal y como apunta la directora general de Amavir, Lourdes Rivera, con este acuerdo “unimos nuestra actividad a una entidad que ha demostrado en estos últimos años un fuerte compromiso con nuestro sector y con la mejora de la calidad de vida de las personas mayores que viven en residencias, fomentando al mismo tiempo el compromiso social de los jóvenes”.
Amavir cuenta con 43 residencias y 41 centros de día en 7 Comunidades Autónomas (Madrid, Cataluña, Navarra, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Murcia y Canarias), más de 8.000 plazas y una plantilla de 4.500 personas.
 

Jornada Amavir de Trabajo Social

Más de 80 personas se dieron cita en la Jornada Amavir de Trabajo Social celebrada en Valladolid bajo el título de «Herramientas de intervención social: la comunicación y sinergología».
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Durante la misma, Juan Manuel García, socio fundador del Instituto Vermen, detalló cómo los gestos comunican a los demás mucho más de lo que pensamos y cómo podemos interpretarlos para prestar la máxima ayuda a nuestro interlocutor y comprenderle, contenido que ilustró con numerosos ejemplos prácticos.
En definitiva, según sus palabras, los gestos nos delatan, ya que en una comunicación, el 35% es verbal y el 65% es no verbal. «Si se contradicen las palabras y los gestos, debemos fiarnos de los gestos», concluyó, puesto que los gestos nos pueden ayudar a saber qué ocurre, incluso a poder deducir posibles trastornos de personalidad, algo que es de suma utilidad para los trabajadores sociales.
Por su parte, Pedro Martín-Barrajón, psicólogo de Urgencias y Emergencias, habló sobre «Comunicación de malas noticias y apoyo psicológico en el inicio del duelo», con un enfoque eminentemente práctico para ayudar a los profesionales del Trabajo Social a afrontar estas difíciles situaciones.
Detalló, por ejemplo, expresiones que no se deben usar, como «piensa en otra cosa», «distráete» o «llorar no te hace ningún bien», que implican juicios de valor que no se deben realizar y que no ayudan a quien está pasando por un proceso de duelo. Por el contrario, recomendó el uso de otras expresiones como «¿cómo te sientes?», «¿tienes ganas de hablar?», «¿te apetece hablar de cómo ha sido?», «¿prefieres estar solo o quieres que te acompañe?», «siento mucho lo que estás pasando» o «estaré a tu lado».
Según su opinión, para superar un duelo es muy importante hablar o escribir sobre la situación crítica, dado que disminuye el malestar emocional y el estrés y mejora el sistema inmunológico. «Cuando las personas, tras situaciones traumáticas, inhiben pensamientos y sentimientos y no trasladan sus experiencias al lenguaje, impiden la compresión y asimilación de lo sucedido», afirmó este experto.
Para Martín-Barrajón, las dificultades con las que se encuentra un profesional en estos casos son miedo a causar dolor, miedo a ser culpado, miedo a la falta terapéutica o miedo a lo desconocido. Por ello, los objetivos que se deben tener en esta fase son proveer de estabilidad y apoyo a la persona y manejar la sintomatología a través de la escucha, del respeto y de la creencia absoluta en lo que cuentan.
En el marco de esta jornada, el equipo de Trabajo Social del Hospital Clínico Universitario de Valladolid trasladó a los asistentes las nociones básicas de la importancia de la coordinación entre todos los servicios sociales locales..