Geriatricarea sujeciones David Curto Sanitas Mayores

 
 

Un artículo de David Curto,
Jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores

 
 
 
El envejecimiento es una etapa en la que el estilo de vida tiene un papel clave en la salud y en la calidad de vida en general. Por ello, aunque es cierto que lograr un envejecimiento activo y saludable es algo que se tiene que trabajar desde edades tempranas, hay ciertos hábitos fundamentales para tratar de preservar el mejor estado posible, tanto físico como cognitivo y emocional, durante la vejez.
La alimentación equilibrada es uno de estos hábitos. Nuestra salud está influenciada en gran medida por la dieta, por lo que una nutrición sana es un aspecto esencial para el buen envejecimiento y el control de algunas enfermedades crónicas. Aumentar el consumo de fruta, verdura y fibra, a la vez que se reduce la ingesta de grasas, es recomendable a todas las edades, pero más si cabe para el adulto mayor.
Por supuesto, en esta etapa no hay excusa para no dejar a un lado las malas costumbres como el consumo de tabaco o el alcohol, que aumentan el riesgo de padecer enfermedades que deterioran la salud física y mental. Los estudios clínicos concluyen que dejar de fumar antes de los 50 años disminuye el riesgo de morir por una enfermedad relacionada con el tabaco en un 50%, mientras que quien deja de fumar a los 65 años tan solo reduce ese riesgo en un 10%. Acabar con estos hábitos cuanto antes hará que el organismo pueda recuperarse lo antes posible de sus efectos negativos.

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El ejercicio físico disminuye el riesgo de sufrir cualquier tipo de demencia en la vejez y puede reducir hasta en un 40% el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular

 
Además, es importante hacer hincapié en un aspecto clave para el buen envejecimiento, tanto por su capacidad terapéutica como preventiva: la práctica de ejercicio físico. La evidencia disponible demuestra de forma contundente que realizar ejercicio tiene importantes ventajas para la salud del mayor. Además de mejorar la calidad del hueso, la fuerza muscular y la elasticidad, el sistema inmunológico y la funcionalidad cardiorrespiratoria también se ven favorecidos considerablemente. Asimismo, mejora el aprovechamiento de la reserva cognitiva y disminuye el riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés. Tanto es así que numerosos estudios han demostrado que el ejercicio físico disminuye el riesgo de sufrir cualquier tipo de demencia en la vejez y puede reducir hasta en un 40 por ciento el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Por si esto fuera poco, el ejercicio también tiene beneficios sobre la composición corporal, disminuyendo las cifras de colesterol elevadas en sangre y la grasa total del cuerpo y, de manera secundaria e indirecta, mejora el control de la tensión arterial y reduce el riesgo de sufrir diabetes tipo 2.
Aunque sus beneficios están claros, esto no significa que cualquier actividad física valga. A la hora de practicarla, es muy importante su adaptación a las capacidades de cada persona y usar la ropa y el calzado acordes al tipo de ejercicio que se va a realizar. Si el mayor no ha hecho nunca o hace tiempo que no practica ningún deporte, debe empezar con actividades de muy baja intensidad e ir aumentando de manera progresiva. Siempre sin prisas y sin llegar a intensidades máximas, ya que lo importante es realizar ejercicio de manera mantenida.
Pero no solo es importante mantener el cuerpo activo, también es preciso ejercitar la mente. Y es que lo primordial para nuestro cerebro no es el número de neuronas con que cuenta -que con los años progresivamente van a ir disminuyendo-, sino la calidad de sus conexiones sinápticas. Los nuevos aprendizajes, aún en la edad adulta o en mayores, y una actividad mental continuada favorecen el desarrollo de nuevas interconexiones. Es por esto que la estimulación cognitiva aporta numerosos beneficios al cerebro.
Del mismo modo que ocurre con el ejercicio físico, no todo vale y es importante que se entienda que, dependiendo de la persona, unos ejercicios serán más adecuados que otros. Además, han de realizarse de manera constante y continuada.
En nuestros centros siempre diseñamos y adaptamos los programas de ejercicios, tanto físicos como cognitivos, a cada uno de nuestros mayores. Así, pueden disfrutar de actividades físicas grupales, talleres de estimulación cognitiva, estimulación multisensorial, terapia asistida con animales, musicoterapia, etc. con el objetivo de su envejecimiento sea lo más saludable y activo posible.
Nuestra recomendación es dedicar diariamente en torno a 30 minutos de actividad física y entre 30-45 minutos a actividades de estimulación cognitiva, siendo necesario combinarlas para no trabajar solo un aspecto. Lo ideal es promover su realización de forma espontánea y no forzada, para evitar el aburrimiento y el abandono.