/p>>Un artículo de Patricia Calleja Ruiz
Técnica en cuidados auxiliares de enfermería especializada en acompañamiento social y cuidado de personas mayores

La empatía es el elemento humano más importante y presente que debemos tener todos los profesionales que trabajamos en el campo asistencial (auxiliares de enfermería, gerocultores, cuidadores, auxiliares de ayuda a domicilio, celadores, voluntariado en acompañamiento a mayores….) para las personas mayores que asistimos, cuidamos y atendemos.
Es la capacidad de comprender los sentimientos de otra persona y hacer evidente en la relación, ya séa a nivel verbal (ya veo que te sientes mal) o no verbal (expresión verbal acorde a la situación). Sin embargo, es difícil de expresar que ocurre cuándo la amistad y el cariño se entrecruzan con nuestro usuario, paciente o mayor. Siendo un proceso activo, consciente e intencional, puede ser activado voluntariamente. Es el rasgo característico de relaciones interpersonales exitosas, y por lo tanto, conduce a la humanización, a sentir la realidad de los demás y sus emociones.

geriatricarea empatia
Nunca es tarde para practicar la empatía, para ponernos en la piel de las personas a las que se cuida

 
Es uno de los elementos de la inteligencia emocional, necesaria para la buena comunicación y para cuidar a los demás de manera sana. Siendo la identificación tan profunda con nuestros mayores que llevará a comprender los sentimientos de ellos/as, con los ”músculos de la mente”. Cómo actitud lleva a intentar comprender el mundo interior del otro, sus emociones y los significados que sus experiencias facilitan la comprensión, manteniendo la atención centrada en el otro/a. Depende del crecimiento cognitivo y la maduración afectiva; ayudando en las experiencias vitales de cada profesional.
La empatía evita realizar un juicio de valor (ya verás cómo te pondrás bién muy pronto). Evidentemente, es la circunstancia esencial para el personal y voluntariado asistencial, de modo que en todo momento pueden reconocer cuáles son las emociones suyas y las del paciente. Es un esfuerzo por parte del profesional asistencial y voluntario el comprender la realidad de alguien que hasta el momento no considerábamos ni familiar ni amigo. Empieza cuándo escuchamos a alguien, sin presuponer nada y con ánimo de ayudarle. Este esfuerzo se efectúa no sólo emocionalmente, sino semiológicamente. Debe ser global y es la comprensión del sufrimiento psicológico, físico y social.
Nuestros mayores han luchado mucho para conseguir lo que actualmente tienen; se sienten orgullosos por haber llegado a donde están y, lo más importante, de haber formado la familia que tienen a pesar de que, en muchos casos, no les hacemos saber lo importantes que son para nosotros/as. Pero nunca es tarde para practicar la empatía, para ponernos en su piel y pensar cómo nos gustaría a nosotros/as que nos explicasen algo o, simplemente, la forma en que anhelaríamos para que se dirijan a nosotros/as en el momento de hablar. Así seremos capaces de hacerles sentir importantes y de que sus últimos años de vida, sean los mejores.
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