/p>>Un artículo de Sara González, directora médica del Grupo Adavir

Las propiedades de una dieta saludable pueden ser aplicadas a todos los sectores de la población, aunque es de especial relevancia para las personas de edad más avanzada debido a su vulnerabilidad y diversas patologías. Debido a ello, es esencial llevar una alimentación equilibrada y prestar atención a las proporciones de los nutrientes generales que la deben formar:
Hidratos de carbono. Es fundamental que el 60% de la dieta esté formada por hidratos de carbono, para así poder recuperar el gasto energético realizado. Se deben disminuir los azúcares directos o simples debido a su absorción rápida, aumentando el consumo de azúcares complejos ya que por su absorción lenta posibilita el aumento de glucosa en la sangre de forma gradual.
Grasas. El porcentaje puede ser de hasta un 30%, resultando beneficiosa la reducción de las grasas poliinsaturadas de origen animal (embutidos, mantequilla, leche entera,…) y el incremento de las grasas de origen vegetal y animal monoinsaturadas (aceite de girasol, de soja, cacahuete y pescado azul).
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Proteínas. Un 15% es la proporción adecuada para que exista un equilibrio entre los macronutrientes. En este caso también se deberán combinar las proteínas de origen animal y vegetal, existentes en legumbres, cereales, arroz, patatas, pasta y pan.
Fibra. Es primordial que sea un componente más de la dieta ya que previene el estreñimiento, además de ayudar a regular la glucemia y el colesterol.
Es conveniente saber que para tener una dieta saludable y equilibrada existe como referencia la llamada pirámide alimentaria, que nos explica la prioridad y cantidad adecuada de los alimentos según su tipo, así como si son de consumo ocasional o diario. No nos podemos olvidar también de la importancia de realizar actividad física de manera modera y beber agua frecuentemente como piezas fundamentales de una alimentación saludable.
Un factor importante a tener en cuenta es la medicación que toman nuestros mayores, pudiendo provocar carencias o alteraciones, que se pueden solventar, en caso de ser necesario, con un consumo mayor de magnesio, calcio, vitamina D, hierro, etc.
Cada caso es único e inigualable, por lo que cada alimentación será distinta en cierta medida respecto a cada mayor y su situación personal. El ingrediente que no puede faltar en la dieta es el cariño de las personas que los rodeamos.