El anciano recurre menos a las urgencias extrahospitalarias al sentir los síntomas del infarto, con el consiguiente retraso y riesgo en el inicio de la reperfusión, el tratamiento más eficaz en estos casos, consistente en abrir la arteria ocluida y restablecer el flujo sanguíneo en la zona del corazón afectada. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio presentado en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología.
La investigación presentada en el marco del Congreso de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) fue realizada por el equipo de Hemodinámica del Hospital Universitario San Juan de Alicante y tenía por objetivo “analizar si el paciente de mayor edad se comporta de forma distinta al sentir los síntomas del infarto”, explica el Dr. Ramón López Palop, miembro de la SEC y coordinador del estudio junto a la Dra. Pilar Carrillo.
“Nos centramos en analizar cuál era el primer contacto con el sistema sanitario de los pacientes con infarto agudo de miocardio según su edad, teniendo en cuenta que hacerlo de una forma u otra puede tener consecuencias en su evolución posterior”, detalla este experto.
El estudio incluyó a 1.427 pacientes, 189 de ellos mayores de 80 años. Del total de la muestra analizada, 340 eran mujeres, un 24%; un 10% habían tenido un infarto previo, y un 13% alguna intervención coronaria. Los pacientes mayores de 80 años recurrieron menos a las urgencias extrahospitalarias ante los síntomas del infarto.
En cuanto a las causas de esa menor recurrencia, el Dr. López Palop remarca que solo es posible señalarlas como hipótesis, porque el estudio no estaba diseñado para determinarlas. “Por un lado, la distinta forma de presentación en los síntomas puede hacer que la persona mayor se dude sobre la gravedad del problema que se presenta. Tampoco es rara la cultura de ‘no molestar’ del anciano que, por ejemplo, espera que se haga de día para acudir al hospital y no dar trabajo a la familia”, destaca el cardiólogo. Por otro lado, “la desinformación puede ser otra causa, sin que pueda descartarse el ageísmo en determinados casos, en los que sea el propio entorno el que minusvalore los problemas de las personas con mayor edad”.
La cardiopatía isquémica aumenta con la edad
La cardiopatía isquémica debida a la obstrucción de las arterias coronarias aumenta con la edad. “Es difícil saber la incidencia real del infarto en la población anciana, ya que existen fallecimientos de personas mayores que pueden ser debidas a infartos que no llegan a diagnosticarse”, apunta la Dra. Carrillo.
Sin embargo, esta experta destaca que “sí sabemos, por estudios epidemiológicos, que por encima de los 80 años, la incidencia del infarto diagnosticado puede ser más del triple a la de la población por debajo de los 65”. También se sabe que a medida que avanza la edad, es mayor la aparición de complicaciones tras un infarto y mayor la mortalidad.
El anciano presenta una serie de características en la presentación del infarto que pueden condicionar su manejo y su pronóstico a largo plazo. “Es frecuente que cuando sufren un infarto no experimenten dolor sino sensación de falta de aire, ahogo o, incluso, molestias abdominales”, comenta la cardióloga. Además, es muy frecuente que tengan otras enfermedades concomitantes que, aunque no estén relacionadas con el corazón, “puedan afectar a los tratamientos que son necesarios, favoreciendo la aparición de complicaciones”. Por todo esto, “en general, el paciente anciano tiene infartos más graves que el paciente joven”, concluye la experta.
Un total de 7.953 ancianos (de 80 años de edad o más) fallecieron en España en 2016 por infarto agudo de miocardio, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellos, 3.682 eran hombres y 4.271 mujeres.