Debido al progresivo envejecimiento de la población, en los últimos años la edad media de los pacientes que ingresan en los hospitales se ha ido incrementando de forma sostenida. Se trata en muchos casos de pacientes pluripatológicos y de edad avanzada, más proclives a desarrollar infecciones, y que estas evolucionen de forma adversa, por lo que deben potenciarse estrategias como la hospitalización a domicilio, hospitales de día y programas de colaboración desde el hospital con los centros sociosanitarios.
Tal y como advierte el doctor Víctor González Ramallo, coordinador del Grupo de Trabajo de Hospitalización a Domicilio y Telemedicina de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y de la Unidad de Hospitalización a Domicilio del Hospital Gregorio Marañón de Madrid “en estos pacientes, algunos microorganismos son mucho más frecuentes, constituyéndose en un marcador pronóstico de mortalidad a medio plazo. En general, la mayor exposición a antimicrobianos de amplio espectro en los pacientes frágiles contribuye al desarrollo de infecciones y hace que estas presenten una mayor gravedad y tengan tendencia a la recidiva”.
Este experto recalca que “está demostrado que el ingreso en un hospital de agudos conlleva un deterioro funcional para el paciente frágil, especialmente si es de edad avanzada con una incidencia apreciable de episodios de síndrome confusional, depresión, malnutrición y adquisición de infecciones nosocomiales”.
Por ello, desde la SEMI se incide en que deben potenciarse estrategias que permitan el tratamiento antimicrobiano intravenoso sin precisar el ingreso en un hospital de agudos, como la hospitalización a domicilio, los hospitales de día y los programas de colaboración desde el hospital con los centros sociosanitarios.
En cualquier caso, “no todos los antimicrobianos permiten realizar de una manera fácil este tratamiento parenteral fuera del hospital por lo que debe facilitarse el uso de fármacos de dosis única diaria o que permitan su administración mediante bombas portátiles de infusión, con menor incidencia de efectos adversos o que no precisen la realización de niveles plasmáticos”, afirma el doctor Víctor González.
Crecen las infecciones producidas por la resistencia a los antibióticos
La resistencia a antibióticos es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los profesionales dedicados al abordaje de las enfermedades infecciosas. El aumento de procedimientos, tanto diagnósticos como terapéuticos invasivos, en pacientes con edad avanzada y fragilidad, está provocando el incremento de infecciones producidas por microorganismos multirresistentes, como las infecciones urinarias tras manipulaciones urológicas, las bacteriemias relacionadas con catéteres y las infecciones de heridas quirúrgicas y material protésico.
Aunque se trata de un problema global, sí que se pueden encontrar diferencias significativas entre países debido al distinto consumo de antibióticos de unos y otros. Así, según la red europea de vigilancia del consumo de antibióticos ESAC-Net, España se encuentra entre los países europeos con un mayor consumo de antibióticos.
“Aunque la resistencia a antibióticos tiene un origen multifactorial, el principal factor selector de resistencia es su uso excesivo e inadecuado. Por ello, el consumo responsable de los antibióticos es imprescindible para preservar su eficacia en la actualidad y en el futuro. Teniendo esto en cuenta, los tratamientos antibióticos deben tomarse solo cuando son necesarios, es decir, frente a infecciones bacterianas, pero no con infecciones víricas como resfriados o gripe, ya que no son eficaces; y con la dosis y duración adecuadas”, advierte el doctor Jesús Oteo, del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III de Madrid.
La falta de sensibilización en este sentido es un factor clave, ya que según el Eurobarómetro de 2016, un 44 % de los europeos no sabían que los antibióticos no son eficaces contra los resfriados y la gripe. Por ello, “es importante individualizar el tratamiento antibiótico en cada infección y se deben evitar prácticas inadecuadas como la compra de antibióticos sin receta, guardar antibióticos para usarlos más adelante, tomar antibióticos sobrantes de tratamientos previos o compartir los antibióticos sobrantes con otras personas”, recomienda el doctor Oteo.
En este sentido, la puesta en marcha de los Programas de Optimización del uso de Antimicrobianos (PROA), que funcionan a través de equipos multidisciplinares de profesionales sanitarios tanto en los hospitales como en atención primaria, tienen como principal objetivo fomentar la utilización eficiente de los antimicrobianos, mejorando los resultados clínicos y minimizando los efectos secundarios de los tratamientos antibióticos, incluido el desarrollo de la resistencia frente a ellos.
Además, en los últimos años, han aumentado las medidas de cribado dirigidas a la detección temprana de portadores (personas que tienen la bacteria en su cuerpo pero sin producir la enfermedad), lo que facilita la implementación precoz de medidas de control de la infección.
Medicina Interna, clave en el abordaje de enfermedades infecciosas
En España existe en los últimos años una controversia en torno a la creación de una nueva especialización médica referente a las enfermedades infecciosas. La SEMI, junto con otras sociedades científicas, se ha posicionado en contra de esta nueva especialidad aunque sí se muestran favorables a reconocer la formación específica con la que cuentan estos profesionales.
Ello se basa en la realidad asistencial actual de nuestro país, en la que la gran mayoría de los ingresos por enfermedades infecciosas de gran incidencia, como la neumonía o las infecciones del tracto urinario, se producen en los Servicios de Medicina Interna. “En España la inmensa mayoría de las neumonías son atendidas por médicos no especialistas en Enfermedades Infecciosas, pese a lo cual nuestro país tiene una de las tasas más bajas de mortalidad por esta infección de la Unión Europea”, destaca el doctor Víctor González.
Además, este experto indica que “en España contamos con un instrumento legal, las Áreas de Capacitación Específica (ACE), que permiten la formación en Enfermedades Infecciosas y el reconocimiento de los profesionales ya formados sin incurrir en los grandes gastos e inconvenientes que supondría la creación de una nueva especialidad”.
Es más, si tenemos en cuenta cómo se aborda la especialidad en otros países, “en nuestro país la formación vía MIR tiene un carácter finalista para ejercer una única especialidad, mientras que en muchos países europeos suele tratarse de una subespecialización una vez obtenida una formación generalista troncal que en el caso de Enfermedades Infecciosas suele ser en Medicina Interna”, concluye el doctor.
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