Un artículo de Concha Aparicio Alonso,
enfermera, diplomada en Promoción y Educación para la Salud
y editora en
envejeceractivos.com

Una de la mayores preocupaciones de las personas mayores es el mantenimiento de la salud psíquica, que lleva aparejado un correcto funcionamiento de las capacidades cognitivas. Y es lógico que sea así, porque disfrutar de un envejecimiento activo depende en gran medida de conservar la mente en un buen estado.
El envejecimiento humano conlleva inevitablemente un declive gradual de las funciones orgánicas (1). En la evolución de este proceso intervienen, no obstante, factores de muy distinta índole. Los estilos de vida juegan sin duda un papel esencial: unos hábitos saludables contribuyen a aminorar la velocidad con que declinan las capacidades individuales (2).
Desde el ámbito sanitario, se recomienda que las personas mayores eviten el sedentarismo, se alimenten de una forma sana y tengan una vida social activa. El fomento de estos comportamientos, referidos a la salud física, goza de una larga tradición. Sin embargo, llama la atención el hecho de que se ponga un menor énfasis en el mantenimiento de las capacidades cognitivas. Así, el cuidado de la mente, a pesar de que el cerebro también envejece, permanece en un segundo plano de interés. No se tiene en cuenta que de este órgano, el más desconocido del cuerpo humano, dependen en gran medida la autonomía y la independencia personal.

La estimulación cognitiva mejora el funcionamiento de la memoria y es una estrategia de intervención provechosa a lo largo del proceso de envejecimiento

 
En nuestra sociedad, el temor a las enfermedades neurodegenerativas está muy extendido. Estas patologías constituyen uno de los mayores problemas de salud asociados al envejecimiento demográfico, una característica definitoria del siglo XXI (3). Por ello, el menoscabo psíquico de las personas mayores es uno de los fenómenos que se aceptan como una consecuencia natural de aquel y, de este modo, se convierte en un estereotipo más sobre la vejez.
Pero el deterioro cognitivo no es un atributo irremediable de la edad. Se manifiesta con una enorme variabilidad y suele estar asociado a situaciones de dependencia funcional, patologías crónicas o entornos sociales desfavorables. Durante años, el estudio del funcionamiento cognitivo en la última etapa vital se ha basado en patrones de daño físico y enfermedad. Y ese modelo alimentó la conjetura de que cumplir años implica forzosamente el deterioro de las competencias psíquicas. Hoy sabemos que no es cierto. Los términos deterioro y declive no son sinónimos. El primero remite a la existencia de algún tipo de patología, mientras que el segundo describe el desarrollo natural del ciclo vital humano.

¿Por qué declinan las capacidades cognitivas?

El declive de las capacidades cognitivas se ha tratado de explicar mediante distintas teorías. Una de las más aceptadas es el modelo conceptual, denominado “Teoría del desuso” (4). La hipótesis de partida defiende que “lo que no se usa, se pierde”. Desde esta perspectiva, las aptitudes que declinan con la edad son aquellas que no se utilizan o se emplean insuficientemente. El problema afecta en distinto grado a competencias como la rapidez perceptiva, la capacidad de atención o el funcionamiento de la memoria.
Las dificultades cognitivas no provienen tanto de los cambios que sufren las distintas estructuras cerebrales como de la disminución progresiva de tareas que requieren un cierto esfuerzo de atención y concentración. De ahí se deriva la necesidad de ejercitar la mente para salvaguardar su buena forma.
Una de las quejas más habituales de las personas mayores alude a las dificultades con la memoria. A medida que se cumplen años se resiente el recuerdo de sucesos recientes. Este contratiempo puede aparecer ya alrededor de la quinta década de la vida. Es una circunstancia que preocupa con frecuencia a quien la sufre. Pero conviene no inquietarse en exceso. En un amplio porcentaje de casos, por fortuna, las dificultades para el recuerdo presentan un carácter benigno.
Olvidar dónde hemos dejado las gafas, la cartera o las llaves es un hecho muy común. Obedece a la denominada “pérdida de memoria asociada a la edad”, pero es susceptible de solución; no un problema ineludible. Aceptar lo contrario, es un falso supuesto muy generalizado, que afecta incluso a los propios mayores. Y esa idea resulta contraproducente, ya que impide buscar fórmulas que permitan afrontar la situación de un modo adecuado.
Entre los expertos en la materia existe un amplio acuerdo: la estimulación cognitiva mejora el funcionamiento de la memoria y es una estrategia de intervención provechosa a lo largo del proceso de envejecimiento. Décadas atrás, su práctica se orientaba casi en exclusiva al tratamiento del daño cerebral adquirido. En la actualidad ha dejado de ser así. Su vertiente preventiva se impone y cada día aumenta el número de personas que se beneficia de sus resultados.
Los cambios que origina en el organismo humano el paso del tiempo son el producto de la interacción entre variables biológicas, psicológicas y sociales. Unas competencias psíquicas deficientes no obedecen tanto a la vejez en sí misma como a su escasa estimulación. Numerosos estudios demuestran que una actividad mental intensa se asocia con unos bajos índices de deterioro cognitivo. En consecuencia, ejercitar de un modo regular las capacidades cognitivas contribuye a prevenir su declive.

¿Qué es la estimulación cognitiva?

La estimulación cognitiva es un especie de gimnasia para el cerebro que protege la salud psíquica. Fortalece las conexiones neuronales, permite consolidar la memoria y los nuevos aprendizajes, promueve la neuroplasticidad y la neurogénesis e incrementa la denominada reserva cognitiva. El entrenamiento cognitivo pone en marcha variados recursos y habilidades intelectuales y, como resultado, favorece el bienestar de las personas mayores que utilizan sus métodos.
Una cuestión clave consiste en incluir en las actividades de estimulación cognitiva, además de grandes dosis de variedad y novedad, un cierto nivel de desafío. Sin estos ingredientes, es difícil mantener activa la mente. Al cerebro le agrada la sorpresa y se aburre ante la repetición de acciones monótonas. Cuanto más amenas sean estas, mayor será la garantía de que los mayores se impliquen en su entrenamiento mental.

En las actividades de estimulación cognitiva es conveniente incluir, además de grandes dosis de variedad y novedad, un cierto nivel de desafío.

 
La motivación es un factor esencial para lograr una adecuada estimulación cognitiva. Las tareas aburridas, demasiado simples o excesivamente complicadas desalientan a quien las realiza y comprometen la obtención de buenos resultados. Un objetivo primordial de la estimulación cognitiva consiste en activar la capacidad de atención. La atención es una función neuropsicológica precursora de procesos mentales complejos. Su fomento por tanto conlleva claros provechos, sobre todo, a la hora de mejorar el funcionamiento de la memoria. No en vano, se considera la atención como la puerta de entrada de la memoria. Y no solo en la vejez, sino a cualquier otra edad.
El sistema cognitivo es un complejo dispositivo de carácter global. Funciona como un todo, por lo que el trabajo de estimulación no activa solo un área cerebral determinada. Los materiales para la estimulación cognitiva promueven el uso sistemático de facultades como el cálculo, el razonamiento, el lenguaje, la percepción o la propia memoria.
Aunque ciertas actividades se orienten primordialmente al ejercicio de unas aptitudes concretas, en su ejecución intervienen siempre otras muchas complementarias. Al trabajar en un plano la percepción espacial entra en juego asimismo el lenguaje, pues es preciso leer las instrucciones; por otra parte, gran parte de la actividad mental está mediada por el razonamiento.

¿Cómo estimular la mente?

Cuanto las actividades de estimulación cognitiva se dirigen a un grupo o colectivo de un modo presencial se denominan popularmente como “talleres de memoria”. Con ellos se pretende paliar los efectos de los cambios cognitivos resultado de la edad. Son espacios de aprendizaje cuya finalidad es optimizar el rendimiento de la memoria. Su efectividad está respaldada por una sólida evidencia científica (5). Pero, por distintas circunstancias, no todas las personas mayores tienen a su alcance recursos de este tipo. En tales casos, una conexión a Internet sirve de gran ayuda. Diferentes sitios webs ofrecen actividades de estimulación cognitiva de un modo sencillo y gratuito como https://envejeceractivos.com/
Desde enero de 2016, este portal ofrece actividades de estimulación cognitiva con una periodicidad semanal. El material puede descargarse en formato PDF. Su uso está recomendado para aquellas personas que desean mantener o fortalecer sus capacidades cognitivas. No obstante, puede ser empleado asimismo por quienes presentan un grado leve de deterioro cognitivo (6). Es conveniente en esta circunstancia contar con una cierta supervisión para acometer el trabajo a realizar.
Las cuestiones planteadas en las fichas semanales no presentan grandes dificultades y el nivel de conocimientos académicos no es determinante para su elaboración. Requieren, en mayor o menor grado según el caso, el uso de facultades como la atención, la concentración o el razonamiento; aptitudes todas ellas relacionadas con la memoria y colaboradoras indispensables del buen rendimiento de la misma.
Resolver los contenidos de las fichas de trabajo puede parecer en ocasiones demasiado fácil. Su sencillez pretende hacerlos accesibles a una amplia franja de niveles instructivos. Un objetivo primordial de este tipo de material es estimular la atención, no evaluar el nivel instructivo. Las fichas semanales van acompañadas de sus correspondientes soluciones, lo que permite comprobar el grado de atención desplegado al confeccionarlas. De este modo se pueden apreciar los resultados obtenidos y contrastar así las mejoras producidas por el desarrollo del entrenamiento cognitivo.
Eso sí, las soluciones se presentan la semana posterior a la aparición de cada ficha. Esta pauta permite reflexionar sobre las dudas surgidas durante un margen de tiempo suficiente. Si la solución se encuentra disponible de antemano, es más fácil caer en la tentación de verificarla sin realizar un cierto esfuerzo mental. Mi experiencia profesional en talleres de memoria con personas mayores me inclina a considerar esta última fórmula menos beneficiosa. La estimulación cognitiva no requiere atajos.
Referencias:

  1. https://www.who.int/ageing/publications/world-report-2015/es/
  2. http://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/estrategiaPromocionyPrevencion.htm
  3. http://www.fundaciondelcerebro.es
  4. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/743592.pdf
  5. https://ayto-smv.es/2016/05/15/el-ayuntamiento-ofrece-un-taller-de-memoria-y-estimulacion-cognitiva-a-mayores-del-municipio/
  6. https://www.cochrane.org/es/CD005562/estimulacion-cognitiva-para-mejorar-el-funcionamiento-cognitivo-en-pacientes-con-demencia
Sobre la autora: Concha Aparicio Alonso

Concha Aparicio Alonso es enfermera, aunque ya jubilada, diplomada en Promoción y Educación para la Salud, experta en Gerontología y licenciada en Antropología Social y Cultural.
La mayor parte de su trayectoria profesional se ha desarrollado en el ámbito de la Salud Comunitaria. Ha trabajado con personas mayores durante los últimos quince años de ejercicio profesional y la práctica adquirida en este ámbito está plasmada en una tesis doctoral que lleva por título “Educación y envejecimiento activo. Una experiencia comunitaria”.
En la actualidad, es editora en https://envejeceractivos.com, una página web sobre envejecimiento activo que cuenta con materiales de estimulación cognitiva que se actualizan semanalmente